Las heladerías de Palma no dan a basto en la época estival. | Teresa Ayuga

Al igual que el turrón para la Navidad, el helado es la tradición por excelencia del verano. Refrescantes, gustosos y cargados de energía, los helados son un premio a un día caluroso, a una larga semana, a un buen comportamiento de los niños... cualquier excusa es buena para degustarlos.

Son una fantástica forma de compartir la vida social: quedar para tomar un helado en la heladería del pueblo o salir a pasear con uno en la mano, imprimen en nuestra mente buenos recuerdos acompañados sabores específicos. En cuanto sabores, precisamente un sinfín de ellos se agolpan en los muestrarios de las heladerías y, cada vez más, el mercado está más desarrollado y adaptado a la demanda. Sabores de frutas exóticas, como la papaya o el mango, así como combinaciones de los postres más exitosos como la ensaimada, ya no son tan sorprendentes como algunas otras propuestas, a priori, impensables como sabor a potaje de garbanzos, que también tienen cabida sobre la copa de un cucurucho.

Por otro lado, el mercado del helado también es sensible a las demandas dietéticas, elaborándolos sin lactosa, con leche de soja, sin gluten... Si bien el helado se compone generalmente de una base de leche, el sorbete, primo hermano del helado, se realiza con base de agua o zumo de frutas, y también es una opción muy refrescante.

La receta: Helado de fresa casero

Ingredientes:

- 500 gr. de fresas
- 2 yogures naturales
sin azúcar
- 3 cucharadas soperas
de azúcar
-225 ml. nata para montar

Preparación:

Triturar las fresas con el yogur y el azúcar.  Después, se monta la nata y se mezcla con lo anterior, intentando que la nata montada no baje demasiado.
Se vierte en un recipiente y se mete en el congelador. Remover cada media hora durante dos horas. (Este proceso se elimina con una heladera).