Baile de los ‘caparrots’ al son de ‘Jo i un pastor’ en la Plaça. | Elena Ballestero

Pólvora, fuego, gloses, ximbombes... y un cuidado protoco fiel a la tradición cristiana (bajo la batuta de la Obreria de Sant Antoni) hacen de la Nit Bruixa poblera un evento único que atrae cada 16 de enero hasta sa Pobla a miles de personas de todos los pueblos de Mallorca, sin llegar a perder su esencia. Este martes no fue para menos.

El aforo en la Plaça Major estaba limitado este año a 7.000 personas por razones de seguridad, la mitad de la cifra máxima oficial que las autoridades barajaban otros años. Posiblemente el hecho de que fuera un día laborable contribuyó a evitar problemas. Más de cien personas velaron por la seguridad de los asistentes a la celebración.

Como cada año poblers y foráneos combatieron el frío entre la multitud, observaron ‘pacientes’ el recorrido oficial desde el Ajuntament hasta la iglesia donde el presidente de los geganters, Pere Antoni Seguí, y los miembros de la agrupación lanzaron al unísono el mítico grito de Visca Sant Antoni! una semana después de que los prohombres designaran a la agrupación gegantera de sa Pobla Clamater 2018 por su dedicación y compromiso con la fiesta.
Este año, por primera vez la Obreria dio la oportunidad al pueblo de presentar candidatos para ser clamater, una figura recuperada en el año 2003. El clamater es el encargado de lanzar al acabar las completes el grito de Visca Sant Antoni!, el mismo que pronunciaron los poblers en 1643 cuando se negaron a entregar al comendador de los frailes Hospitalers Antonians la recaudación de todos los donativos en homenaje a Sant Antoni. Fue el único pueblo de Mallorca que resistió y aún hoy el grito del clamater emociona a los poblers.

Dimonis y Caparrots

Al acabar las Completes la comitiva regresó a la Plaça Major y tras un paréntesis (para desesperación año tras año de los miles de asistentes que esperan fuera) se vivió el momento más esperado, el tradicional baile de los dimonis (que este año estrenaban vestimentas) y el baile de los caparrots, mientras la multitud entonaba Jo i un pastor.
El piromusical, diseñado por Tomàs Ramis fue similar al de otros años, aunque algo más luminoso. Es todo un clásico que en 2017 cumplió 20 años. Sirviéndose de la música y la pirotecnia el espectáculo escenifica la lucha entre Sant Antoni y el dimoni que prende el Ajuntament. Nunca hay sorpresas y acaba imponiéndose la luz celestial.
Entre las novedades de este año (siempre hay alguna pese a que se mantiene la esencia tradicional de la fiesta) está la introdución antes y después del piromusical del llamado Cant de Sant Antoni.

El final del piromusical sirvió como cada año de pistoletazo de salida para el encendido de los foguerons. En esta ocasión la asociación Sa Negreta organizó un fogueró de carácter popular en la Plaça del Mercat que también contó con glosada.

En total se calcula que anoche ardieron en la Nit Bruixa de sa Pobla 500.000 kilos de leña que sirvieron para alimentar 220 foguerons repartidos por las principales calles del pueblo. Durante el piromusical se quemaron 98 kilos de pólvora.