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El testigo más significativo de la jornada de ayer fue, sin duda, el de la esposa del hombre asesinado. Esta mujer estuvo casada diez años con Aurelio Blas, hasta que él conoció a Paula Varela y la abandonó. La esposa explicó que, pese a que estaban separados, él solía visitar a sus hijas cada semana. La testigo señaló que días antes del crimen Aurelio le contó que «se había equivocado, porque la relación con Paula no funcionaba». Según la esposa, él intentaba volver con su familia, y ella estaba dispuesta a perdonarle.

El día 22 por la noche, el día del crimen, le llamó por teléfono y le pidió si podía ir a su casa a dormir, y ella le dijo que sí. La viuda afirmó que en ese momento Aurelio ya había decidido abandonar a Paula. Sin embargo, dos minutos después le llamó de nuevo y le dijo que dormiría en el Arenal. A las seis de la mañana recibió, según ella, una llamada. Era Paula. «Comenzó a llorar. Me pidió que le perdonara. Sentí lástima por ella». Sobre ese día la mujer recordó que sus suegros le llamaron por teléfono preocupados por el paradero de Aurelio. Ella llamó al móvil de la víctima (que ya estaba muerta) y en dos ocasiones contestó Paula. «Me dijo que estaba con él, pero que no quería hablar conmigo». La esposa afirma que se enteró de lo ocurrido al día siguiente por el periódico.

El abogado defensor logró que la mujer cayera en algunas contradicciones sobre las llamadas telefónicas, en concreto en una de ellas (que no señaló la testigo) y que dura dos minutos. La mujer reconoció que mantuvo una pelea con Paula, pero negó que le amenazara con un cuchillo. Si, en cambio, aceptó que el arma del crimen podía ser suya, porque ella guardaba un cuchillo similar en el coche. Sus respuestas fueron dubitativas.