Imagen de una de las fiestas diurnas organizadas por Tardeo Palma y Palma Beach este verano. | Palma Beach

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El mundo evoluciona de tal manera que hasta el ocio ha dejado de ser nocturno para ser diurno. Las zonas de moda, que vienen y van, el activismo vecinal y la presión municipal han hecho cambiar radicalmente el mapa de la fiesta en Palma. De la mítica cultura disco con Barbarela y Tagomago como protagonistas al fulgor escapista de la Plaza Gomila, pasando por el botellón en el Passeig Marítim, las fiestas disco noventeras en Riu o Zorbas, los problemas de convivencia en sa Llotja o la apuesta efímera de la Ruta martiana, en el barrio de Canamunt. Ahora está más de moda que nunca salir de día. La generación nacida en los 70 y principios de los 80 mantuvo viva las salas de fiesta hasta finales de los 90. Los mismos que bailaban y hacían cola en la discoteca siguen saliendo con sus patas de gallo, pero de otra forma. Con copas, sentados, y si hace buen tiempo, mejor.

Por dejarlo claro, lo que hacen es salir por el día hasta que se les haga de noche y no salir de noche hasta que se les haga de día. Todo un cambio. Más horas, más clientes, más caja. La crisis del coronavirus ha hecho más por esta fórmula que cualquier campaña de promoción pensada por una agencia.

Revolución del ocio

Hagan cuentas: si un sector vivió en carne propia el impacto de las restricciones COVID-19 durante la pandemia ese fue el del ocio nocturno. Fueron los últimos en abrir sus puertas cuando lo peor de la crisis sanitaria quedó atrás, también uno de los sectores que más ha sufrido para alcanzar sus números precovid. «El ocio nocturno es cada vez más diurno. Se ha producido un trasvase de horarios y la oferta se ha diversificado. La gente de 40, 50 y 60 años de edad quiere seguir saliendo, disfrutar, beber, escuchar música en directo o quedar para comer y probar nuevos platos. Hay una fusión entre ocio y gastronomía, y entre el día y la noche», explica Ángel Oliveros, CEO de Tardeo Palma, que tuvo el buen ojo de importar de la península en 2015 esta nueva idea de negocio y llevarlo al barrio de Santa Catalina con éxito. Desde entonces, cientos de ‘chavales’ con canas invaden los bares de copas de la barriada, respondiendo a la llamada de una fiesta que se puede compaginar con el trabajo, los niños y la dificultad para trasnochar.

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Tanto es el éxito, aunque acotado a la temporada escolar, que este verano han probado la fórmula Tardeo Beach, organizando fiestas diurnas en Platja de Palma. «Era una apuesta y no podemos quejarnos. Hemos colgado el cartel de ‘no hay entradas’ en todos los evento», explica Oliveros, que con esta nueva propuesta han intentado buscar una alternativa de ocio para los residentes acercándoles a zonas de la Isla que hasta ahora parecían colonizadas por los visitantes extranjeros.

Carteles de ‘completo’

¿Son una clientela que interesa más al sector del entretenimiento que otras franjas de edad? Ángel Oliveros se resiste a admitirlo. «Todos gastan. Pero siempre es positivo recuperar para el sector un cliente que, en su gran mayoría, había dejado de salir».

Imagen de una de las fiestas de La gran verbena.

José Antonio Muñoz, uno de los promotores de La gran verbena, coincide con los postulados del CEO de Tardeo Palma. Este verano han puesto en marcha una serie de fiestas en diferentes puntos de Mallorca (Paguera, Pollença, Alcúdia) con enorme éxito, que comienzan entre las 17 y las 18 horas, y combinan música, con grupos locales y nacionales; gastronomía, con diferentes food trucks; y diversión para toda la familia. «Es una realidad, la forma de salir ha cambiado y seguirá haciéndolo», vaticina, al tiempo que recalca que «hemos ganado una clientela que antes no salía. Eso es muy positivo».