Un joven Francesc de Borja Moll revisa libros y documentación con un retrato de Alcover sobre su mesa.

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Este martes se cumplen 100 años de la culminación de la llamada ‘Gran Eixida’, la expedición lingüística que realizaron Antoni Maria Alcover y Francesc de Borja Moll durante casi seis meses –entre junio y noviembre– de 1921 por un total de 52 poblaciones de 41 comarcas catalanas, valencianas y aragonesas. Alcover y Moll, un tándem histórico para la lengua catalana, llevaron a cabo aquel viaje en compañía de Joan Benejam, catedrático de Latín en el Seminari de Ciutadella, en su primera parte, y de Jaume Sastre, sacerdote de Llucmajor, en la segunda. El objetivo no era otro que dar un impulso definitivo a la titánica labor de, mediante encuestas, recoger datos dialectales –fonética, morfología, léxico y expresiones populares– para la redacción inicial del Diccionari català-valencià-balear (DCVB), en lo que sería una obra monumental y una fuente lexicográfica de primer orden para los lingüistas.

La Institució Francesc de Borja Moll, depositaria del legado del DCVB, ha organizado una serie de actos para celebrar este centenario. A iniciativa de la Institució, los puertos de Barcelona, el próximo sábado, y Palma, a mediados de diciembre, como puntos de llegada y salida de esa expedición, dedicarán, respectivamente, un tótem y una placa a esta efeméride. La entidad también pone en marcha una nueva digitalización del DCVB gracias al apoyo del Govern.

Mapa del Diccionari del ámbito de la lengua catalana.

Visibilidad

Carles Duarte, presidente de la Institució, señala que «pretendemos poner de relieve este hito histórico y fundamental, un esfuerzo recopilatorio digno de destacar para esa época, en 1921. Con los tótems en los puertos de Barcelona y Palma, daremos visibilidad y reconocimiento al espíritu de Alcover y Moll, que combinaba la reivindicación de la lengua con el trabajo científico y académico en una obra vivida, sentida y enraizada en el sentimiento popular. Su aportación nos reconoce y relaciona, a través de las palabras, con las generaciones pasadas, con quién somos y de dónde venimos». Maria Pilar Perea, vicepresidenta de la Institució Moll y catedrática de la Universitat de Barcelona, explica que «’la Gran Eixida’ no es la primera expedición que emprendió Alcover. De hecho, realizó casi cincuenta viajes de este tipo entre 1900 y 1928, pero ésta destaca por su duración y por el número de datos recogidos. El trabajo de Alcover tiene sus precedentes en los estudios de los dialectólogos europeos, crecientes desde finales del siglo XIX y, lo que es muy importante, en el marco de un movimiento científico con fundamento e intenso trabajo de campo. Sin embargo, cabe destacar que muchos de esos dialectólogos europeos eran profesores universitarios respaldados con fondos públicos, mientras que Alcover tuvo que aportar sus propios recursos».

Perea indica que «realmente, ‘la Gran Eixida’ debía realizarse en 1920, pero un desprendimiento de retina impidió a Alcover llevarla a cabo en ese momento, por lo que fue pospuesta hasta el año siguiente. En 1917, Alcover había conocido en el Seminari de Ciutadella a un jovencísimo Moll que ya tenía veleidades literarias».

Léxico y cultura popular

La vicepresidenta de la Institució Moll comenta que «en su recorrido, Alcover se dedicaba más a las cuestiones léxicas y verbales, mientras que Moll profundizaba en la cultura popular. Empezaron en la parte occidental de Catalunya, continuaron por la oriental y la finalizaron en el País Valencià, en tartana y algunas veces en automóviles de la época. El resultado final fue muy satisfactorio para ambos». Para Perea, «aquella expedición fue el auténtico bautismo de fuego para Moll, su primera gran experiencia en el trabajo de campo. Fueron un tándem magnífico para realizar un trabajo titánico e increíble que en aquella época nadie más estaba dispuesto a hacer. Y fue un trabajo de excelencia que convirtió a Alcover en el primer gran dialectólogo de la lengua catalana y a Moll en su digno relevo y sucesor».

El apunte

Una recompensa de 50 pesetas

Una anécdota ocurrió a mediados de agosto, cuando Alcover y Moll extraviaron una maleta con cuadernos de campo. Aquello podía ser una catástrofe, pues suponía repetir el trabajo perdido. Ofrecieron una recompensa de 50 pesetas, cantidad nada desdeñable en 1921, y recuperaron la maleta el 26 de septiembre. Otra incidencia fue que Alcover tuvo que interrumpir el viaje durante unos cinco días por su nombramiento como ‘degà de la Seu’.