Bush lamentó la jornada trágica de ayer y subrayó: «Siempre que perdemos vidas es un momento triste».

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Al menos 36 militares estadounidenses murieron ayer en Irak, a tres días de unos comicios que contarán con medidas de seguridad excepcionales en todo el país, donde prosiguen los ataques insurgentes contra centros electorales. Treinta y uno de los uniformados perdieron la vida al estrellarse un helicóptero militar de transporte cerca de la frontera con Jordania, en el día más negro de Estados Unidos en Irak desde que en marzo de 2003 invadiera este país.

Además, otros cinco soldados norteamericanos perecieron en combates y atentados perpetrados en la convulsa provincia de Al- Anbar y al norte de capital, en pleno «triángulo suní», corazón de la insurgencia. Aunque no existe todavía un pronunciamiento oficial sobre las causas del siniestro, fuentes del Pentágono descartan de que se trate de una acción hostil y apuntan a un accidente provocado por las malas condiciones climatológicas.

Varias horas después de hacerse pública la noticia, el presidente estadounidense, George W. Bush, lamentó la tragedia. El 15 de noviembre de 2003, 17 soldados perdieron la vida cuando dos helicópteros de combate clase «Black Hawk» colisionaron en Mosul, hostigados por fuego enemigo. Dos semanas después, otros 16 marines fallecieron al ser derribado un helicóptero artillado modelo «Chinook» cerca de la ciudad rebelde de Faluya.

El ministro iraquí del Interior, Falah al-Naqib, volvió a recordar ayer que desde el viernes y hasta el próximo martes el aeropuerto internacional de Bagdad permanecerá cerrado, y que el domingo, día de las elecciones, regirá un estricto toque de queda nocturno en todo el país.

El refuerzo de la seguridad, ya iniciado, no ha impedido que este miércoles fuera otra jornada sangrienta en Irak, con cinco atentados con coche bomba que causaron seis muertos y un ataque suicida que provocó cerca de una veintena víctimas cerca de Mosul.

Según un portavoz del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), el atentado fue perpetrado en la localidad de Sinjar, a unos cinco kilómetros al suroeste de Mosul, la tercera más populosa de Irak. «Alrededor de veinte personas han resultado muertas o heridas. La potencia de la explosión ha causado enormes daños en el inmueble», dijo a la prensa Mahdi al-Harki, portavoz del PDK, uno de los dos grandes partidos kurdos de Irak.

El PDK forma parte de la coalición de once partidos kurdos que concurren a los comicios electorales previstos para el domingo en Irak. A medida que se acerca la fecha, los grupos de insurgentes que ensangrentan el país intensifican su campaña de terror con el objetivo declarado de extender el pánico, propiciar la abstención e impedir el normal discurrir de la jornada electoral.