Puerto de Cabrera desde na Picamosques. | Gaspar Valero

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Notas históricas de Cabrera en la antigüedad

-«Vell professor», esta isla de Cabrera es una pasada!. Fue muy buena idea declararlo Parque natural marítimo y terrestre, porque estos paisajes tienen que constituir un impresionante legado para las futuras generaciones. ¿La ocupación humana de Cabrera empieza con la construcción del castillo o es más antigua?

-Oh... La ocupación humana de la isla de la isla de Cabrera es muy antigua. Mucho más que el castillo tardo-medieval que vemos ahora. El actual parque natural fue, sin duda, una estación o punto de cobijo i refugio de los numerosos barcos, fenicios, griegos, cartagineses y romanos que surcaban el Mediterráneo occidental en la antigüedad. La isla era un hito especialmente importante de la ruta púnica entre Ibiza y Mallorca. Sin embargo, los testimonios arqueológicos más antiguos de Cabrera, como sepulturas y cerámica, que definen una ocupación estable se remontan a época romana.

-Cómo es eso, -dice otro alumno- yo he leído que había poblados talayóticos.

-Un momento... esto es una hipótesis no confirmada... no quiere decir que no aparezcan algún día estructures talayóticas... Resulta que algunos autores, como Joan Camps Coll, identifican restos de poblados talayóticos tanto en Cabrera como en la Conejera. Sin embargo, esto no se ha podido comprobar; de hecho, los investigadores de la Cabrera prehistórica ya nos avisan: «Actualmente no se tiene ninguna prueba de una ocupación importante del lugar en época prehistórica, ni de ninguna estructura que pueda considerarse anterior al siglo V dC». El romano Plinio el Viejo, en la obra «Historia natural» (libro III, 78), menciona la isla: «A 12.000 pasos en dirección a alta mar desde la [Balear] Mayor se encuentra Capraria insidiosa a causa de los naufragios ...". La opinión de Plinio coincide perfectamente con el registro arqueológico, ya que, en Cabrera, hay muchos barcos hundidos; dos son cartagineses y el resto, la mayoría, romanos. El pecio (yacimiento submarino) más antiguo localizado hasta ahora en Cabrera es el llamado Cabrera II, que dataría de finales del siglo III aC. Ya del siglo II a.C. sería el Cabrera VII. Parece que ambos barcos corresponden al ámbito púnico del norte de África o de Ibiza. Del Cabrera II, localizado a treinta metros de profundidad, se pudo extraer material de interés, como varios tipos de ánforas y restos de cerámica; parece que iba cargado de vino. Los restos de naufragios de barcos romanos son mucho más numerosos, y según estudios recientes se continuarán confirmando hallazgos de nuevos pecios, que en la actualidad superan la decena.

-Y ese topónimo Cabrera, ¿qué origen tiene?.

-Pues resulta que la herencia romana, además de la decena de barcos hundidos en sus aguas, nos deja también el nombre de la isla: Cabrera, es decir, isla de cabras. Debo decir que el magnífico libro titulado «Atlas de las pequeñas islas y los islotes de Baleares» nos cuenta una curiosa estrategia romana que explica el origen del nombre: «Para los navegantes romanos era práctica habitual dejar cabras abandonadas en las islas e islotes deshabitados que encontraban en sus rutas comerciales. Esto les permitía disponer de carne fresca en posteriores singladuras que volvieran a pasar por allí. Otros ejemplos en el Mediterráneo como la Isla de Capraria (Toscana) y la muy conocida Isla de Capri recuerdan también la costumbre de esta práctica».

-«Què te pareix, secretari?», interesante... ¡y elemental! Podríamos hablar de alguna leyenda antigua. Sabemos que dicen que el hijo ilustre más antiguo de Mallorca nació en Sa Conillera.

Aníbal, cabrerense y primer hijo ilustre de Mallorca

El hijo ilustre de Mallorca más antiguo es, nada menos, que el caudillo cartaginés Aníbal (247-183 aC). Su retrato se expone actualmente en el corredor que contiene también las pinturas de los miembros de la Casa Real de Mallorca. Dice la tradición que el gran personaje nació en la isla de la Conillera, vecina de Cabrera. El historiador Joan B. Binimelis, explica en 1595 que los padres de Aníbal, Amílcar y su esposa, «pasaron primero a la isla Tricada o Triqueda, que hoy llaman los nuestros Cabrera, distante 12 millas de la isla de Mallorca, en la cual estaba el templo dedicado a Juno, como lo dice Estrabón, que los gentiles tenían y veneraban por abogada de los nacimientos... estando esta señora en esta isla por la devoción grande que tenían a la diosa Juno, le nació un hijo, al cual llamaron Anibal, de quien se siguieron y se contaron después grandes hazañas y empresas en el mundo.» El cronista Joan Dameto es contundente con esta interpretación: »Plinio llama a boca llena a esta isla [la Conillera], patria de Aníbal".

Anníbal, hijo Ilustre de Mallorca. FOTO:Gaspar Valero

Sin embargo, en el siglo XIX el tema acabó en polémica, porque, siguiendo a Joaquim M. Bover y Josep M. Quadrado, la transcripción del texto de Plinio se consideró equivocada, pues Binimelis y otros leyeron ‘Patria Annibalis’ donde decía ‘Parva Annibalis’: «A doce millas de la mayor Balear pone Plinio la de Cabrera, y enfrente de la ciudad de Palma las Menarias, la Triquadra y la Parva que otros leen patria de Aníbal, dando margen a interminables controversias». Ramon Medel, en 1849, relaciona la galería de hijos ilustres de Palma, y sobre Aníbal nos dice que su retrato ocupa el primer puesto de la fila superior del lado del dosel, «colocado allí porque siguiendo la opinión de los que comentaron a Plinio, debía creérsele nacido en la isla de Conejera, uno de los peñascos o islotes que se hallan alrededor de las Baleares».

-¡Vaya, profesor... o sea que una letra nos ha trastocado la leyenda!

-En cierta manera. Efectivamente, parece que Triquadra era la isla 'pequeña' de Aníbal... pero mucha relación debía tener con el caudillo cartaginés... ¿quién sabe?

-«És millor creure-ho que anar-ho a cercar!!»

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-Profesor, ¿hay alguna leyenda más de esos tiempos antiguos en Cabrera?.

-Más que leyenda, ¡os contaré una evidencia histórica, muy importante, no exenta de misterio!

-«Uep»... ¡eso suena interesante!

El enigmático monasterio de Cabrera, que hizo llorar a un gran papa

En Cabrera, entre los siglos V y VII, en época paleo-cristiana, hubo un monasterio de monjes. Según la tesis de Mateu Riera, Cabrera fue una «isla santa», con dos tipos de asentamientos monacales: por una parte, un cenobio o convento y, por otra, varios eremitorios que dependían del cenobio principal. También se han encontrado instalaciones para la elaboración de salazones, de púrpura y de vino; se han identificado los principales puntos de abastecimiento de agua y las áreas de posibles cultivos y recolección. Esta «isla santa» sería ocupada exclusivamente por la comunidad monacal y sus eventuales sirvientes. También hay que tener en cuenta que, para asegurar la vida monástica, debía mantenerse el contacto con el mundo exterior, con conexiones comerciales y marítimas.

-Interesante sí que lo es... pero, no veo el misterio por ninguna parte...

-Pues mirad la carta oficial que en el año 603 firmó el papa Gregorio Magno. Denunció severamente unos enigmáticos comportamientos inadecuados que tenían lugar en ese monasterio; «canten papers»... ¡y más si provienen de los archivos vaticanos!: Según su «Epístola XII, 48», envió a Cabrera al 'defensor ecclesiae' Juan, con la orden de solucionar los problemas provocados por los monjes de la isla. Esta carta de Gregorio Magno con el encargo de corregir el mal comportamiento de los integrantes del cenobio cabrerense, dirigida a su delegado Juan, es muy fuerte y contundente.

-«Meem»... ¡eso se anima! En cierto modo este Juan el Defensor es un alter-ego de Guillermo de Baskerville en «El nombre de la rosa». ¡Se parecería a Sean Connery!

-Pues ya que lo insinúas, ¡tienen un aire! Atención, que la carta dice así: «Porque ha llegado a nosotros la noticia de que los monjes del monasterio que se encuentra en la isla de Capria [Cabrera], que está situada cerca de Mallorca, que también es una isla, actúan de forma tan perversa y han cometido estos crímenes que parece que más que servir a Dios luchan, y lo decimos llorando, a favor del antiguo enemigo. Tú [Juan], con la autoridad que te dan estas palabras, dirígete a dicho monasterio para informarte de la vida y costumbres de los que viven en ella, haciendo una detallada investigación. De esta forma todo lo que creas que debe ser castigado, tal y como exige la norma canónica, debes corregir, imponiendo las penas correspondientes. Y tienes que procurar informar a los monjes del comportamiento que deben seguir».

-¡Vaya, vaya, qué palabras más rotundas! ¿Cómo terminó el tema?

-No sabemos cómo acabó la cosa ni cuál era exactamente la conducta tan reprobable de esa comunidad monástica que llegó a hacer llorar al papa; el padre Josep Amengual Batle, gran estudioso de esta época, apunta la posibilidad de que tuviera que ver con actos piráticos o incluso con el comercio de esclavos. Otros ven más marrón y se inclinan por cuestiones de relajación de costumbres o de degeneración moral.

Excavaciones a sa Platgeta-Pla de ses Figueres. FOTO: Gaspar Valero

El monasterio debió sobrevivir a los graves problemas reconocidos por el papa Gregorio, ya que persisten restos arqueológicos posteriores al año 603. Pero parece que no perduró mucho más, ya que del siglo VIII, no tenemos noticies del convento. Y no es extraño, porque el fuerte empuje del nuevo poder sarraceno hizo que en el año 698 los musulmanes conquistaran Cartago (actual Túnez) y el 703 Septa (Ceuta) a los bizantinos. La hegemonía naval musulmana en el Mediterráneo Occidental fue un hecho a partir de ese año. Quizás los monjes abandonaron Cabrera de forma pacífica en esas fechas o quizás fueran víctimas de la razia del año 707, cuando el musulmán Mussa ibn Nussayr, gobernador de Ifriqiya (África musulmana) envió a su hijo Abd-Alah ibn Mussa a una expedición violenta por los territorios bizantinos insulares de Sicilia, Cerdeña y las Islas Baleares. La isla santa desapareció de la faz de la tierra... hasta hoy, en parte recuperada por las interesantes y exitosas excavaciones de estos años pasados, especialmente en el Pla de ses Figueres. Se ha localizado la necrópolis del monasterio, un taller de fabricación de púrpura y una factoría de salazones de pescado.

-¡Pues enhorabuena a los arqueólogos, excavadores, estudiosos y amantes y profesionales del parque de Cabrera!

-Sí, vale, pero no hemos acabado con Cabrera, tenemos que hablar de los piratas o corsarios, de los prisioneros franceses y de algunas cosas más. ¡Todo se andarà!