Robert Watson, junto a su prometida, Sarah Arcari, poco antes de perder el conocimiento | ‘THE SUN’

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Robert Watson abandonó feliz Mallorca el miércoles. Atrás quedaba ya el negro episodio de las puñaladas que recibió en un hotel de Magaluf a manos de cuatro ingleses. O eso al menos pensaba el joven de Ardrossan, un pueblo costero del sureste de Escocia.

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Nada más aterrizar en el aeropuerto de Edimburgo y abrazar a su prometida, el joven sufrió un shock y se desplomó en la misma terminal de llegadas del aeródromo. Su cuerpo no pudo más. Las secuelas de la agresión no le habían abandonado aún.Una ambulancia le llevó hasta un hospital de la capital escocesa, donde quedó ingresado. Allí los médicos comprobaron que había perdido el 60 por cierto de su sangre a consecuencia de las heridas sufridas.

En declaraciones al diario The Sun, Robert explica cómo se sintió durante el vuelo. «Cuando me levanté para ir al baño sentí un inmenso dolor en la pierna. Traté de caminar a ver si se me pasaba pero no funcionó», relató el escocés. El joven turista decidió abandonar voluntariamente el martes el hospital de Son Espases, donde se encontraba ingresado desde la madrugada del domingo, para poder coger el vuelo que le iba a llevar de regreso a casa. Esa decisión, según reconoce Robert, no fue la más acertada. «Sé que no fue lo correcto coger el avión para volver a casa, pero no tenía más dinero y no quería quedarme atrapado en Mallorca», admitió.

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