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EFE-GIRONA
El fiscal del caso del secuestro de la farmacéutica de Olot reprochó ayer a los acusados que trataran a Maria Àngels Feliu como «la víctima de un campo de concentración» y que la «aterrorizaran» diciéndole que «eran de ETA» y amenazándole con cortarle un dedo o una oreja. El fiscal Josep Maria Casadevall fue muy duro en sus comentarios durante el incisivo interrogatorio de cuatro horas al que sometió a los presuntos jefes de la banda de secuestradores, el policía local de Olot Antoni Guirado y el ex vigilante de Sant Pere de Torelló Ramon Ullastre, quienes aguantaron sin inmutarse las preguntas y frases del acusador público, sin contestar ni una sola de ellas. Casadevall presentó a ambos sujetos, y en especial a Ullastre, como seres «insensibles», que rozan «la monstruosidad».

Maria Àngels Feliu, según el fiscal, no tuvo luz ni eléctrica ni natural durante 4 meses, comía alimentos fríos y a veces bocadillos, fue golpeada, y le amenazaron con cortarle dedos y orejas, además de hacerla creer que estaba secuestrada por ETA. Además, la instalaron en el hueco de un armario empotrado del sótano de la casa de Ullastre en el que no podía levantarse o estirarse, orinaba en un cubo, el ambiente era tremendamente húmedo y, encima, el zulo estaba cerca de un terrario con serpientes, algunas de ellas venenosas.

El fiscal relató que los secuestradores le pusieron un altavoz de una radio que emitía constantemente música para «torturarla». Según el abogado de Feliu, por esa radio la farmacéutica supo que «había muerto», cuando se especuló sobre su muerte, lo que la llevó a pensar «que ya no la buscarían». Acusó a Ullastre de irse de vacaciones mientras la mujer seguía secuestrada.