La zona es lugar habitual de reunión de jóvenes y 'camellos'. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA.

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PEP MATAS-JAVIER JIMÉNEZ-J.F.M.
Àngel Pozuelo Amaya, un adolescente de 16 años, residente en el poblado gitano de Son Banya, falleció en la tarde de ayer en Son Dureta horas después de recibir un disparo en la cabeza en un callejón de Son Gotleu, en un aparente ajuste de cuentas. El escenario de la agresión fue un callejón emplazado en la calle Tomás Rullán número 56, junto al centro Mater Misericordiae. Se trata de un tramo 'poco aconsejable', frecuentado por las noches por pandillas de jóvenes que 'trapichean' con drogas, y cuya situación ya ha sido denunciada por los vecinos en infinidad de ocasiones. Entre las 23'30 horas del sábado y la media noche del domingo los residentes escucharon el estrépito de un coche arrancando a toda velocidad, pero no le dieron mayor importancia.

A la una menos cuarto Mari Carmen, una vecina de la calle, regresó a su casa junto a Francisca, otra lugareña, y al pasar por aquel callejón escucharon unos sonidos guturales: «Era como un ronquido lejano y cuando me acerqué ví a una persona con medio cuerpo debajo de una furgoneta. En un primer momento pensé que se trataba de un borracho o de un drogadicto, pero luego reparé en que era un jovencito. Estaba boca abajo, cubierto de sangre y parecía que agonizaba», relató ayer María del Carmen. La mujer subió a su casa y desde allí llamó al 091. Un coche patrulla llegó en pocos minutos y los agentes, tras comprobar la veracidad de la llamada, pidieron la presencia urgente de una ambulancia.

«Cuando los sanitarios le dieron la vuelta vimos que tenía un agujero muy grande en un lado de la cabeza, como si le hubiera disparado», apuntó Josefa García, otra de las testigos de aquella noche. La señora, que reside en el primer piso de aquel callejón, justo encima de donde cayó abatido por el disparo Àngel, explicó que sobre la medianoche «escuché como un petardo y me asomé por el balcón para ver qué pasaba. Había unos chavales y les dijo: '¿Qué pasa, ya estamos de nuevo?', porque todas las noches montan jaleo y aquí no hay quien pegue ojo». La mujer reparó en la furgoneta blanca aparcada en al vía pública y luego descubrió el cuerpo del muchacho: «Tenía las manos debajo del cuerpo y las piernas cruzadas; había mucha sangre».

El callejón, habitualmente escenario de reuniones juveniles, quedó de repente desierto. Una ambulancia del 061 llegó a Tomás Rullán media hora después de la llegada de la policía, lo que provocó la indignación de algunos vecinos, y los médicos comprobaron in situ que el muchacho estaba en estado crítico. Las primeras informaciones recogidas por los sanitarios apuntaban a que Àngel Pozuelo había recibido una brutal paliza con bates de béisbol y garrotes, si bien después se descubrió que, además, le habían descerrajado un tiro en la cabeza. El muchacho quedó ingresado en Son Dureta, agonizando, y los facultativos encontraron pocas esperanzas para ser optimistas en su evolución. Ayer, a la una de la tarde, el menor murió.

La principal hipótesis policial es que el crimen responde a un ajuste de cuentas por algún asunto turbio, quizás relacionado con el narcotráfico, y de momento no se han practicado detenciones. La Policía Judicial ha citado ya a varios residentes en Son Gotleu a fin de tomarles declaración en Jefatura y avanzar en la investigación. En las próximas horas también está previsto que se practique la autopsia a los restos mortales de Àngel Pozuelo en el instituto anatómico de Palma.