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Con gran aplomo, aunque con el susto metido en el cuerpo, la directora del colegio público Badies, Marisa Jiménez, reconoció tras el siniestro que se sentía «totalmente impotente».

La responsable del centro docente destacó que «lo más importante es que ningún niño o trabajador ha resultado herido», y añadió que en el momento de declararse el fuego, poco antes del mediodía, había «alrededor de 200 escolares» en el colegio. Jiménez recordó que nada más tener conocimiento del siniestro «cada profesor se hizo cargo de sus alumnos, aunque hubo momentos de gran nerviosismo porque no sabíamos si faltaba alguno».

Los niños y niñas de más corta edad fueron evacuados a un chalet próximo, mientras que el resto de alumnos quedó en las inmediaciones del colegio provisional, a la espera de que sus padres pasaran a recogerlos.

Fue precisamente entre los progenitores, sobre todo en el momento de recibir telefónicamente la noticia, donde se vivieron los instantes más dramáticos. Madres y padres acudieron con prontitud a la calle Fragata, algunos sin poder disimular las lágrimas y otros en un estado de gran nerviosismo.