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Si un día, por lo que fuere, se pregunta ¿qué es el arte? seguro que la perplejidad le visitará y se mantendrá algún tiempo en su regazo. Picasso, a la pregunta, respondió que «el arte es una mentira que hace darnos cuenta de la realidad». Si es así, pues, deberemos plantearnos si hacer arte es mentir… Por supuesto no esperen mi respuesta. Bastante tengo con formular la pregunta. Respecto a mentir, tenemos interiorizado que implica la voluntad de engañar con algún fin; generalmente malo, aunque no necesariamente. Puede ser también un fin piadoso o, como veremos, creativo. Pues, a la respuesta del genio malagueño podemos encontrarle analogía con la tesis de Vargas Llosa refiriéndose a la literatura, que el Nobel considera es «la verdad de las mentiras». Mas, en esas cuestiones no se puede entender casi nada si no se comparten claves de comprensión, que no son sino las razones que los artistas comparten entre sí y con otros que aun no siéndolo están orbitando a su alrededor y que comparten el lenguaje artístico. Lo que para los no iniciados constituye un verdadero arcano. Lenguaje artístico, que hace que se pueda trascender la mera contemplación estética utilitarista, pasando a la función comunicativa artística de la belleza. Lo que distingue, precisamente, las obras de arte de las que no lo son; las que dicen algo de modo especial, incluso cuando el soporte a través del cual lo hacen es un objeto cualquiera, incluso un residuo industrial. De ahí la actualidad de la filosofía del arte, ya que cualquier cosa, objeto o materia, concreta o informe puede devenir una obra de arte. ¿Que cuándo se produce esta hipóstasis? No queda más remedio que responder tautológicamente y arriesgarse a decir que ocurre cuando ocurre… Con cierto aporte de azar.

Si damos un rodeo para salir de este atolladero y regresando a la literatura preguntamos a Vargas Llosa si las novelas mienten, escucharemos que: «No pueden hacer otra cosa, -añadiendo el Nobel- pero mintiendo expresan una curiosa verdad que solo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es». (…) Porque «no es la narración el motivo representado, esculpido o pintado lo que decide la verdad o la mentira de la ficción artística». Pues el hombre no solo precisa de la verdad real para vivir. Precisa también de la verdad virtual, de la mentira que le hace vivir lo que no puede vivir realmente. Surgiendo entonces el fenómeno artístico.