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El ‘caso Koldo’, que de inmediato se convirtió en ‘caso Ábalos’ y poco después, con el tremendo impulso del PP, en ‘caso Sánchez’, al que llamaron «líder de una organización criminal», si bien ha dejado medio grogui al PSOE que aún está manoteando en las cuerdas, ha tenido también el efecto secundario beneficioso de que durante varios días la derecha, ante un bocado tan sabroso, cambió de objetivo y se olvidó de su cotidiana escandalera por la amnistía, los catalanes en general y hasta los malignos socios del Gobierno. Hasta el juez Castellón se distrajo de sus tareas habituales. Hay quien dice que este escándalo de corrupción con mascarilla es lo que le faltaba al partido gobernante, con los de Junts mordiéndoles el cuello y en un momento de máxima tensión por la ley de amnistía, pero otros más sagaces, recordando que Sánchez ya cesó sin explicaciones al poderoso ministro Ábalos en 2021, como si se oliese algo, especulan con una rara y enrevesada maniobra de distracción para mantener al PP entretenido y lejos de sus obsesiones. No digo que abrumados por la que se les venía encima, y sabiendo que en temas de corrupción el PP les lleva mucha ventaja, hayan maniobrado para que el estallido de Koldo (estallido Ábalos) coincidiese con la aprobación o no de la ley de amnistía, el momento más crítico de la legislatura, a fin de desviar los obuses de la oposición. No digo tampoco que haciendo de la necesidad virtud, y convencidos de que un clavo saca otro clavo y las crisis son oportunidades, hayan aprovechado esta calamidad para aliviar la presión mediática (y jurídica) del dogal de la amnistía, acaso pensando que estos escándalos pretéritos de mascarillas, como vimos en el caso Ayuso, se quedan en nada. No son tan astutos, esto requeriría el talento de un maestro del go, calculando anticipadamente 15 jugadas. Pero el caso es que en esas estamos, y la distracción funciona a tope. Forzado a entregar su acta de diputado, Ábalos se hizo el remolón para ganar tiempo, y el PP, además de a Sánchez, ya busca a Armengol, a Illa, a Marlaska y qué sé yo a cuántos más. Del tal Koldo ni hablan. Ni de catalanes, ni de golpes de Estado. Sólo de corrupción. Un tema que dominan.