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Cuánto sapo hemos tenido que tragar esta semana. No habían cesado los rugidos de los tractores de un campo desguarnecido por políticas flacas para los agricultores cuando fuimos partidos por el eje.
En la historia de la renuncia del Ayuntamiento de Palma a los 13 millones de euros de los fondos europeos para llevar a cabo actuaciones urbanísticas, entre ellas las del eje cívico en la calle Cotlliure, hubo falsedad, oscuridad. Mentiras.

Costó creer que se renunciase a tanto dinero, que ocho informes fueran desfavorables a llevar a cabo un cambio en esa parte de la espina dorsal de la ciudad periférica. Meses después se ha hecho la luz. No eran ocho sino seis los informes recibidos por Cort y solo dos de estos eran contrarios al eje, el de la Policía Local y el de Movilidad. El partido lo ganó el equipo que quería seguir adelante con un proyecto que, sin lugar a dudas, iba a favorecer el pulso de un barrio que lleva demasiados años esperando un balón de oxígeno.

Nos hemos enterado además de algo que duele más: los informes de la policía le dan el no porque en la zona se encuentra un grupo de indigentes que no para de provocar altercados, ruidos, molestias a quienes habitan cerca. O sea, que vamos a dejar de intervenir, de hacer acción social que mejore o trate de ir a la raíz de este desequilibrio. Los desfavorecidos bajo la alfombra. Esto se llama discriminación, aporismo. Rechazo al pobre.

En el barrio ya suena esta melodía porque algo similar se escuchó cuando se puso en solfa el proyecto en el cercano recinto de Son Busquets que planteaba albergar también vivienda social para quienes tienen un serio problema de encontrar casa, entre ellos muchos jóvenes a los que no les llega el salario para pagar unos alquileres desmadrados. La ley del mercado no me vale. Estamos ante otro dolor: el incumplimiento del derecho universal a tener una vivienda digna.

Volvamos a Cotlliure. Pienso en Antonio Machado, enterrado en el cementerio de la localidad francesa, hermoso y triste destino para tantos exilados de una España Caín y Abel en una guerra que no ha curado las heridas. ¿Qué versos dedicaría el poeta a este barrio con tanto destino desterrado?
Otra de las justificaciones que los del no al eje dan es la pérdida de 700 aparcamientos. Otra falsedad porque desde unos cercanos grandes almacenes, se cedían plazas para que los residentes las usaran durante la noche en que el aparcamiento queda vacío. La policía aseguró en su informe que perder estos aparcamientos iba a generar un sinfín de problemas circulatorios e infracciones. ¿No sería oportuno aumentar el transporte público y evitar el uso del coche?

Para remate, el equipo del regidor Toni Deudero asegura que no llegaban a tiempo a tramitar la petición de ayuda europea cuando pudo haber solicitado una prórroga. Demasiada oscuridad en este eje del mal. Como Goethe, queremos luz.