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Un obrero gana un promedio de dos mil setecientos euros al mes. Un profesor de Secundaria no gana mucho más. Un médico se aproxima a los tres mil. Pongamos unos 60 mil euros al año. Un futbolista de élite gana 10 millones al año. El futbolista no construye casas, no enseña al que no sabe, no cura al enfermo. No cuento los bonos por ganar títulos, los ingresos por publicidad, etc. Cristiano Ronaldo tiene un patrimonio de 400 millones de euros, según Forbes, una revista especializada en el mundo de los negocios y las finanzas que se publica en EEUU. A 60 mil euros por año un obrero, un profesor o un médico tardarían casi 700 años en ganar lo que un futbolista de los mejor pagados. Ni siquiera Sísifo trabajó tanto. Era rey de Corinto en la Grecia clásica y fue condenado por los dioses a empujar una roca hasta la cima de una montaña y cada vez que lo lograba la roca volvía a caer, de modo que tenía que repetir el esfuerzo eternamente. Hoy en día, la cosa sería más creíble -o más increíble-, bastaría poner a un obrero a trabajar para ganar los 400 millones de Ronaldo. No todos vivimos cien años y por supuesto no cobramos durante toda la vida. La cosa podría alargarse hasta doce vidas. No hay ningún gato que viva tanto. Lo absurdo no es que un hombre tenga que subir una piedra hasta la cima de un monte durante toda una eternidad, lo absurdo es que un futbolista gane tanto. O que un obrero gane tan poco. Podemos enfocarlo por otro lado. Un avión de combate F-22 Raptor vale 250 millones de dólares. Pero es que ningún ejército tiene un solo avión, de modo que la cifra se multiplica si pensamos que una sola escuadrilla puede estar formada por más de veinte aviones. Pero tampoco hay ningún ejército que tenga una sola escuadrilla de aviones. Y las armas de una nación no se reducen, precisamente, a los aviones. Me niego a calcular lo que cuesta todo el arsenal de guerra de un país. ¿Y para qué sirve la guerra? Para matar. De modo que si dejáramos de matarnos en las guerras, todos tendríamos mucho dinero, aunque tal vez no tanto como un futbolista de élite.