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De aquellos polvos esos lodos. Viene de lejos. Pues, la reivindicación separatista de hoy fue iniciada en realidad por el ‘Atatürk catalán, el padre de los catalanistas’, Jordi Pujol; anunciada ya por éste en su primer discurso de investidura de presidente de la Generalitat. Era abril de 1980. El candidato presentó un programa nacionalista, un gobierno y un presidente nacionalistas, para reconstruir su nación. Así de claro, para que no cupieran dudas. País que consideraba agredido en su identidad y en peligro de desnacionalización, por lo que explicó que dedicaría todos sus esfuerzos en la recuperación de lo que a través de los siglos había identificado a Cataluña: la lengua, la cultura y la historia; en definitiva, el sentimiento de pertenencia a una comunidad. Lengua catalana que debía ser normalizada, lo que quería decir -y el tiempo ha confirmado- que debía sustituir a la española, cuanto antes. Nada de bilingüismo. La Constitución puede decir lo que quiera, igual que el Supremo y quién se tercie. «Nosotros a lo nuestro» (en catalán, claro). Ha sido el mensaje implícito. En definitiva, el candidato en su discurso propone renacionalizar Cataluña, que advierte está en peligro de desaparición si no se interviene decididamente. Un discurso nacionalista en toda regla, con todos sus tópicos. El candidato fue elegido. Mas, no fue esto lo sorprendente, sino que le votaran los diputados de la UCD - Centristas de Cataluña. Este hecho, al que entonces no se le captó la importancia que tenía, pues evidenciaba que los diputados de UCD (que luego fue PP) salvo alguna excepción, no tenían ni idea de la perversidad del nacionalismo, cuya secuencia final es, el separatismo. Empezando entonces la lista de errores (que en política -según Fouché- son peores que los crímenes) cometidos por los políticos no nacionalistas con Cataluña… Hoy ya incontables. Consistentes básicamente en concederles privilegios (para que ‘se porten bien’). Sin tener presente que nunca sacian sus fauces, siempre quieren más y más que los demás. Son como el mar, que «cuanto más tiene más brama».

Y ahora, como colofón quieren el privilegio del olvido… Parece que han llegado al summum de despropósitos. Pero habrá más; pareciendo el espectáculo, mutatis mutandi, una nueva versión, política, de La grande bouffe. (La gran comilona) Película en la que el guión convoca a los personajes a un suicidio gastronómico; por lo que se ponen a comer y comen y comen hasta reventar.