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Andan los astrólogos alborotados estos días porque el lejanísimo y pequeño Plutón acaba de entrar en Acuario, donde permanecerá por espacio de unos veinte años, al dejar atrás su paso por el terrenal Capricornio. Al mismo tiempo, los estudiosos de la astrología china están muy pendientes de lo que acontecerá en los próximos días, cuando se inicia un cambio de era, al que llaman período 9, que también se extenderá hasta 2044 y que abandona a otro período de Tierra, el Buey, para ingresar en el explosivo terreno del Fuego. Dicen ambos que lo que enfrentamos es una época de enormes transformaciones, algo así como la materialización de eso que en el inconsciente colectivo hemos llamado futuro. La última vez que eso ocurrió fue cuando se produjo la revolución industrial, la americana y la francesa, eventos que cambiaron el mundo para siempre. Algunos soñadores creen que lo que se abre ante nosotros es una era de paz, desarrollo y cooperación entre humanos. Yo temo todo lo contrario. A sabiendas de cuál es la esencia de la humanidad y en qué andan metidos ahora mismo los poderosos, tanto en el terreno político, como militar y económico, pocas razones para el optimismo veo. Sí es cierto que comienza la eclosión de tecnologías nunca conocidas, pero la situación geopolítica actual lleva a pensar que todo eso se usará con fines bélicos y en el ámbito de la delincuencia más que en creatividad o avances en terrenos digamos humanitarios. Basta recordar que en todo el planeta, unos doscientos países, solo una veintena son democracias plenas, lo que engloba al seis por ciento de la población. Desde la confortable Europa tendemos a pensar que el planeta respira al mismo ritmo que nosotros, pero no. Para nada.