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En la historia, siempre ha habido cambios para bien y para mal. Para mal están las guerras y para bien, la cooperación internacional. La Segunda Guerra Mundial fue una catástrofe y la ONU y la UE fueron un gran hallazgo. Desgraciadamente, de un tiempo a esta parte, muchos piensan que se está poniendo en marcha un cambio de paradigma que no tiene nada que ver con la mejora de las condiciones para las personas. Es un ejemplo EEUU, que se juega en las próximas elecciones, aunque no gane Trump, el mantener lo mejor del modo de vida americano o que prevalezca su peor cara. Otro ejemplo es Milei en uno de los países sudamericanos que más ha luchado por su democracia. En ese país, parece que hay muchos empeñados en seguir esas tendencias. A diferencia de los que le dan importancia fundamental a la amnistía, no me parece tan grave si se demuestra como una buena manera de calmar la situación en la sociedad catalana.

Sin embargo, lo que sí me preocupa es el hecho de que la derecha pretenda que no se puedan presentar a las elecciones personas que en su día tuvieron relaciones con ETA. Sin defender a la organización, que fue una barbaridad, cualquier persona que haya cumplido su condena (que puede implicar un período de inhabilitación) puede volver a presentarse sin que ningún partido pueda arrogarse las decisiones de los magistrados. Son los votantes los que deben tomar esa decisión; es la grandeza de la democracia. En el caso de Vox, su incitación a que se acabe violentamente con Sánchez parece ya una obsesión peligrosa sobre la que Feijóo calla porque Vox es imprescindible para su llegada a La Moncloa.