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La campaña ha entrado en una fase en la que apenas se escuchan propuestas porque el ruido se lo llevan a partes iguales mezquindades y nimiedades. Son los minutos basura. No se confrontan propuestas y los programas de los partidos apenas circulan por los discursos de los candidatos. La heroicidad consiste en intentar colocar al adversario al frente de la liga de las simplezas o las mentiras. El juego va de ver quién miente o ha mentido más. Sánchez cuando dijo que Zapatero no había congelado las pensiones –lo hizo pero dejando a salvo las no contributivas– o Feijóo cuando afirmó que Rajoy siempre había subido las pensiones omitiendo que durante varios años fue por debajo del IPC. Nimiedades. O mezquindades como la gran aportación de Yolanda Díaz a la campaña buceando en los noventa del siglo pasado para desenterrar la foto de un joven Alberto Núñez Feijóo en el yate de Marcial Dorado, un narco gallego que por aquel entonces no arrastraba ninguna condena.

¿De verdad creen los estrategas de las respectivas campañas que estos asuntos movilizan masas? La administración de Justicia está paralizada con más de un millón de casos empantanados en razón de las sucesivas huelgas de funcionarios –letrados judiciales, funcionarios de Justicia– y ni una sola mención ha merecido en la campaña. O el colapso que se cierne sobre la Sanidad empezando por los médicos de familia o la saturada atención primaria. Ni un minuto han merecido en los mítines. Lo que escuchamos son cruces de reproches. Pese a que España es quien preside este semestre la Unión Europea Sánchez deja plantados a los jefes de Gobierno de los países de la UE y Mercosur y lo hace para viajar a Huesca y a San Sebastián para dar un mitin en el que todo lo que tenía que decir es que Santiago Abascal será vicepresidente si gana las elecciones el PP porque Núñez Feijóo pactará con Vox. Y lo dice el mismo día que en una entrevista asegura que llegado el caso él pactará con Bildu y con Esquerra Republicana. La ley del embudo.