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Un ilustre político me dijo hace años que la tarea fundamental de un ministro de Hacienda era la de convencer a los ciudadanos de que pagasen los impuestos. Si además sabía algo de economía, mejor. A lo largo de mi carrera diplomática tuve 14 ministros de Asuntos Exteriores. Les puedo asegurar que en el top 3 no hay ninguno que fuera diplomático. Saber no garantiza una buena gestión, puede ayudar. Para gestionar bien hay que lanzar los prejuicios lejos y olvidarse de amigos o adversarios.

Hace una semana elegimos a quienes van a gestionar nuestra ciudad o pueblo en los próximos cuatro años. Lo más importante son las tareas fundamentales: la ciudad tiene que ser segura protegiendo a los ciudadanos y a la propiedad privada, estar bien organizada, limpia, fácil (no hostil), con servicios bien organizados y eficientes, con acceso fácil para los ciudadanos y con gente honrada, incorruptible. Si esto funciona, luego pueden dedicarse a repartir caramelos, golosinas, chupa-chups y toda clase de subvenciones. Está bien pero no es la prioridad.

Aunque los concejales hayan sido elegidos por su adscripción a un partido o coalición, luego tienen que gobernar para todos y si lo consiguen, serán muy populares e imbatibles de cara a las urnas. La expresión del poeta Juvenal en la antigua Roma panem et circenses (pan y circo) debe ser desterrada en la política actual. Encierra lo peor del clientelismo y del populismo porque busca a los adictos, pero se olvida de la mayoría.

Hay alcaldes o presidentes de CA que no resisten la tentación del proyecto estrella, pero para eso hay que ser alcalde de Bilbao y acertar plenamente con el museo Guggenheim que puso a la ciudad en el mapa. Ahora tenemos a Isabel Ayuso empeñada en llevar la Formula 1 a Madrid, gastando más de 50 millones del contribuyente en este proyecto efímero e innecesario.

En Palma tenemos el proyecto del tranvía al aeropuerto, a mi juicio un sinsentido. No parece que sea necesario ni que haya una demanda o un clamor popular en favor de este tranvía. Pero suena bien, como algo popular y ecológico. Como suena bien arreglar el Paseo Marítimo de Palma para convertirlo más en paseo y menos en vía urbana imprescindible para acceder a la ciudad. Si eliminamos coches, pero no cambiamos el modelo urbanístico de la ciudad lo único que conseguiremos es trasladar el problema. Hay algo que he aprendido. Toda solución de un problema conlleva la aparición de otro problema que va a requerir una solución.

Dignidad y responsabilidad son imprescindibles para gestionar la cosa pública. Y el que no sepa o no pueda que se vaya a trabajar a la empresa privada. A ver si le va igual de bien.