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Reconozco que no entendí muy bien la reacción del PSOE cuando Marga Prohens presentó su lista para el Parlament. Dijo Cosme Bonet que era una candidatura del pasado. Y por supuesto tampoco acabé de comprender que dijesen que era una lista vinculada a la corrupción cuando en la candidatura no hay ni un solo imputado, a diferencia de lo que ocurre en otras listas, véase Més per Mallorca en Palma, el PSOE en el Consell d’Eivissa o el PP también de Ibiza. Y mucho peor es que lo diga el PSOE, que ha hecho todo lo posible para que sus militantes de Formentera aceptasen la coalición con Gent per Formentera con Silvia Tur como candidata, a las puertas de ser juzgada.

Si el PSOE quería denunciar que el PP presenta una lista vinculada al pasado hubiera podido cuidar las formas y evitar que compareciese indignadísimo Cosme Bonet, que entre un cargo y otro ya lleva tres décadas en política. Recuerdo perfectamente los inicios de Bonet en el PSOE y estoy convencido de que no ha cotizado ni un solo día de su vida en una empresa privada. Según los parámetros de Bonet también su compañera Francina Armengol es el pasado ya que lleva incluso más tiempo que él en política desde que se presentó como candidata en Inca y Pedro Rotger le ganó por goleada. En el PP también tenemos claros ejemplos de dirigentes políticos que llevan décadas como pueden ser Rosa Estaràs, María Salom, Mauricio Rovira o Catalina Cirer. Algunos de ellos afrontan prácticamente su última legislatura de cotización antes de jubilarse.

Por eso a políticos profesionales como Bonet les da urticaria que puedan entrar en política personas como Alejandro Saenz o Cristina Gil, ambos con carreras de éxito. A diferencia de lo que le pasa a Bonet y a muchos de sus compañeros, los dos candidatos del PP tienen un puesto de trabajo lejos de la política donde regresarán cuando acabe esta experiencia, aunque por algunas de las cosas que se han esparcido en las redes me sorprendería bastante que Saenz y Gil no se hayan arrepentido ya de haber entrado en política. Supongo que también perderán dinero con el cambio.

El gran problema de la política ahora mismo es que existe un embudo partidista que frena la llegada de exitosos profesionales de las empresas privadas, en definitiva, buenos gestores. Porque los sistemas de los partidos premian la fidelidad en lugar de la capacidad. Por eso sería imprescindible que hubiese un tope de legislaturas como en ocurre en muchos países. Así se regeneraría la política, se mejoraría la gestión con personas preparadas y se acabaría con el peloteo que no aporta nada a los ciudadanos. Yo apuesto por esos políticos para el futuro de estas islas.