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Mallorca vive una explosión de hoteles de cinco estrellas. Solo este año abrirán el Nobis Hotel Palma, el renovado Ikos Portopetro, The Lodge Hotel en sa Pobla y Son Bunyola en Banyalbufar. Este aumento de establecimientos de lujo y orientados a un cliente de alto poder adquisitivo responde a una apuesta de la política turística por una mejora de la calidad y por el reposicionamiento de los activos. Esta tendencia dio un gran paso a partir de 2012 con la nueva Ley del turismo y se ha mantenido hasta día de hoy. Del mismo modo, gran parte de la planta hotelera de dos o tres estrellas se ha renovado y aumentado de categoría.

En 2014 había un total de 1.586 establecimientos turísticos en Mallorca con 285.718 plazas. En 2021 se pasó a 1.797 establecimientos, con 305.586 plazas. En siete años se han sumado 211 establecimientos y 19.868 plazas, con un incremento del 13,30 % y el 6,95 %, respectivamente.
En cambio, el segmento de lujo ha experimentado un crecimiento mucho mayor que la media. En 2014 había 21 hoteles de cinco estrellas con 4.505 plazas. Seis estaban ubicados en Palma, cuatro en Calvià, dos en Sant Llorenç, dos en Capdepera, dos en Pollença, y Andratx, Felanitx, Llucmajor, Muro y Sóller tenían uno. Mallorca también contaba con un aparthotel de cinco estrellas con 218 plazas. En 2021 han pasado a ser 54 hoteles de cinco estrellas con 11.067 plazas y cuatro hoteles de cinco estrellas gran lujo con 920 plazas, que suman un total de 58 hoteles y 11.987 plazas en hoteles cinco estrellas en Mallorca. Suponen un incremento del 176,19 % en hoteles cinco estrellas y del 166,08 % en plazas. Hay 20 hoteles más de lujo en Palma y se han duplicado en Calvià, Capdepera y Pollença. Por su parte, Campos, ses Salines y Santanyí se han estrenado en este mercado. Asimismo, Mallorca cuenta con un hotel residencia de cinco estrellas y 132 plazas y con siete aparthoteles de cinco estrellas con 2.023 plazas.

La apuesta de Mallorca por un turismo de calidad tiene impactos que van más allá del aumento de la categoría. En primer lugar, la elitización de la oferta conlleva un aumento de los precios que permite aumentar los márgenes empresariales y el retorno de la inversión, pero que no se detiene en el ámbito turístico, sino que provoca también un incremento generalizado del coste de la vida para los residentes. En segundo lugar, se observan cambios profundos en el mercado laboral y en la tipología de negocios. Las empresas se sofistican, hay una sustitución de la oferta complementaria por servicios más premium y los trabajos se especializan. Y en el ámbito de la sostenibilidad ambiental, sería interesante conocer si la huella ecológica del turista de cinco estrellas es mayor o menor que la del visitante medio.