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a cara, antaño espejo del alma, es en realidad una especie de perchero idiomático donde se puede colgar cualquier cosa, y hay más refranes y frases hechas sobre la cara que acerca de burros, perros y demás animales emblemáticos de la lingüística. A cara descubierta o sin dar nunca la cara, con un pequeño muestrario de este acervo cultural se puede resumir cualquier crónica de actualidad, y por la cara, que es como se hacen ahora casi todas las cosas. Basta encararla a cara de perro si se trata de actualidad política, y a cara o cruz si nos referimos a asuntos culturales, porque en este tiempo de caras largas, nunca se sabe quién se ofenderá por cualquier comentario o fruslería, y decidirá plantar cara al supuesto agresor y partirle la cara.

La gente, en general, nunca pone a mal tiempo buena cara, sino que aprovecha la oportunidad para rebotarse o quejarse, según temperamento. Y como abundan entre las clases dirigentes (y entre las digitales) las personas con mucha cara, caraduras del copón, que sin embargo y paradójicamente nunca van de cara, toda precaución es poca. Recuerden que en cualquier situación conflictiva, lo fundamental para nuestros líderes es salvar la cara, lo que implica, y ahora salen los burros, no bajarse del burro jamás. Como la ministra de Igualdad, en efecto. Como el propio presidente del Gobierno, que al tener siempre la suerte de cara, ni siquiera intenta salvar la suya cuando la pifia con sus leyes más descaradas, porque ya se la salva la oposición poniéndose cara al sol.

Salvar la cara, por cierto, es la consigna universal del siglo, y la razón última de que pase lo que pasa en todas partes. Cada vez que estallan las hostilidades, sea en Brasil, en EEUU o en la propia Ucrania, suele ser porque algunos intentan salvar la cara. De ahí que todo sean malas caras, y la cara como espejo del alma sea un concepto obsoleto. Perchero del alma sería mejor, y no hay más que ver lo que sucede en esos cara a cara dialécticos, expresión que ya suena a trifulca, para que nos pongamos de perfil como esgrimistas. Por algo el dicho verse las caras equivale a majarse a palos. Y ya basta de frases por la cara. Me he dejado llevar por la actualidad.