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No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. No creo que sea tan difícil entenderlo. Tener como única industria el turismo, no invertir en la promoción de otros sectores productivos alternativos y practicar la turismofobia, no puede hacerse coincidir eternamente.

Un ejemplo es a qué se destinará este año el dinero de la ecotasa, ese peaje que pagamos residentes y no residentes, por cada pernoctación en un hotel de las Islas, y que una vez más se ha convertido en el rincón para imprevistos de la caja común.

139 millones de euros de los cuales ni un solo euro se dedicará al turismo (circular, sostenible, inclusivo y verde) que se pretende imponer en la Comunidad.

Y sí, estoy más que de acuerdo con que esos sean los rasgos que definan nuestro turismo, pero excluir cualquier proyecto relacionado con el mismo, de la cantidad que se recauda gracias a esa actividad, es como mínimo, una burla para quien paga la tasa.

Pero además, eso implica que el esfuerzo para que esos atributos sean reales, deba recaer exclusivamente en los empresarios privados, tanto si son grandes hoteleros como concesionarios de un kiosco de venta de helados o dueños de una pequeña tienda de recuerdos de las de toda la vida.

Supone también trasladar la responsabilidad a los municipios, a los que por cierto, no se ha tenido en cuenta a la hora del reparto, por más que los proyectos presentados por éstos, partan en su mayoría, del conocimiento directo de lo que implica tener un entorno sostenible.

No obstante, el mejor ejemplo de soplar y sorber al mismo tiempo, son algunas de las autoridades de las Islas.

Ya nos hemos referido en otras ocasiones a la negligente postura de los dirigentes de Més quienes, en lugar de ofrecer respuestas y soluciones a los problemas derivados de la actividad turística, prefieren manifestarse en contra del Gobierno del que forman parte e insistir en demonizar la industria gracias a cuyos impuestos, cobran su sueldo.

Sin embargo, si tuviésemos que dar un premio a la irresponsabilidad política en esta cuestión, sin duda recaería en la directora insular de Turismo del Consell de Mallorca, la socialista Lucía Escribano, la cual en declaraciones a diversos medios de comunicación británicos, entre ellos, The Sun, en el marco de la World Travel Market (WTM) de Londres, ha hecho afirmaciones del tipo «no estamos interesados en tener turistas de bajo presupuesto del Reino Unido, no nos importa si van a otro lugar como Grecia y Turquía» o «estamos interesados en tener menos gente del Reino Unido y más de otras partes de Europa donde hay una mejor conectividad aérea», todo lo cual dicho precisamente en Londres, en la capital del país que aporta un 27 % de la cuota de turistas (sólo por detrás del mercado alemán), no parece demostrar una gran inteligencia.

Porque sí, es cierto que preferimos calidad a cantidad y que el sueño de cualquier destino turístico es que no sea estacional y que los visitantes tengan un alto poder adquisitivo. Sin embargo tanto si uno tiene mucho o poco dinero para gastar en sus vacaciones, a nadie le gusta sentir que no es bienvenido.

Y efectivamente, para quien busca sol y playa, Grecia y Turquía están muy bien. Y si de oferta complementaria hablamos, el país heleno no le va a la zaga, en absoluto, a Mallorca, y además, sus precios no son tan altos.

Turismofobia, necedad o ambas. El camino más recto para pegarnos un tiro en el pie.