Panorámica de la playa de Can Pere Antoni, la más concurrida. | M. À. Cañellas

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La Nit de Sant Joan congregó la noche de este viernes a miles de personas en las playas de Palma, que desplegaron manteles y velas sobre la arena para compartir en familia o con amigos la cena y cumplir con los rituales en torno al fuego en la noche más corta y mágica del año. Sin prácticamente espacio libre, los arenales de Can Pere Antoni, Ciutat Jardí, Portixol, Can Pastilla y Platja de Palma estuvieron muy animados desde antes de la puesta de sol. Organizados con neveras portátiles, torradoras, mesas y sillas, la mayoría de la gente fue llegando al caer la tarde. Encontrar aparcamiento es, un año más, el problema a sortear, pese al aumento de las frecuencias de autobuses de la EMT por parte del Ajuntament en las rutas hacia la playa más concurridas. Se han registrado atascos y retenciones en la vía de cintura, dirección a la Platja de Palma y en el desvío hacia las playas del Molinar, Portixol, Ciutat Jardí y el Peñón, junto a Cala Gamba.

La novedad este año, en la concurrida playa de Can Pere Antoni, fue el nido de tortuga marina. El espacio, acotado y con vigilancia especial este viernes, fue toda una atracción para algunos curiosos que se acercaron para ver de cerca este caso excepcional de puesta de huevos en una playa urbana tan concurrida como esta. El fuego simboliza la renovación, pero muy pocas fueron las hogueras que se encendieron este viernes, por propia responsabilidad ciudadana, con el objetivo de evitar accidentes en una noche algo ventosa. En la playa de Can Pastilla, el joven Rhyan Christopher simuló el salto de la hoguera como uno de los rituales que cada vez se ven menos.

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Rituales en la noche de brujas

Vestidos con prendas blancas, antes de la medianoche muchos comenzaron con los rituales para atraer dinero, suerte y amor, como el baño en el mar; lavarse la cara; escribir deseos en un papel y lanzarlo al fuego; quemar deseos negativos y saltar la hoguera demostrando valentía y confianza, entre otras tradiciones populares. El olor a comida y la humareda ha recorrido los arenales, y música con ritmos de gustos dispares se mezclaban en el aire. La luna creciente hizo su aparición en el cielo estrellado, aunque a causa de la contaminación lumínica no se pudo apreciar en todo su esplendor. Miembros de UPR de la Policía Nacional velaron por la seguridad en las playas más concurridas sin que se registrasen altercados reseñables.

El joven Rhyan Christopher cumpliendo el ritual de saltar la hoguera.

A medida que avanzaba la noche, el espíritu de la fiesta se fue contagiando entre vecinos de toalla, desconocidos hasta ese momento, y así se multiplicaron los brindis con cervezas compartidas, refrescos, cava o vasos de vino. Los más pequeños correteaban en la orilla y sorteaban las olas saltando y jugando. Las familias fueron las primeras en poner fin a la velada, mientras que las parejas de enamorados prolongaron un poco más la noche.