El Drac de na Coca rodeado de público en una de sus salidas durante la noche mágica de Sant Joan. | Jaume Morey

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Tan pagana como religiosa, la Nit de Sant Joan es una velada de contrastes: cuenta la tradición que el fuego ahuyenta a los malos espíritus, que saltar una hoguera da suerte y purifica el alma, pero las llamas también pueden ser un perfecto portal al averno. El Parc de la Mar se convirtió en la tarde-noche de este viernes en un infierno. Mientras unos se acomodaban en la playa y enterraban sus pies en la arena, otros brincaban bajo chispas demoníacas en la Revetla de Sant Joan, donde el fuego, los dimonis y la música fueron los protagonistas.   

Con la Seu y la muralla como telón de fondo, el festejo arrancó a las 20.45 horas con un animado correfoc infantil, en el que participaron los dimonis más jóvenes de Enfocats, Kinfumfa y Petits Encabritats. Bajo el influjo de Moloc, símbolo fenicio del fuego purificador, los traviesos diablillos causaron pavor entre los presentes, que debían ser rápidos para escapar de sus chispas. Antes del espectáculo, los dimonis celebraron la llegada del crepúsculo con la encesa del fogueró, prendido con la flama de la llengua, llegada desde Alaró. Los jóvenes demonios, de entre 5 y 17 años, demostraron que los correfocs han llegado para quedarse.

A continuación, la agrupación Al-Mayurqa ofreció un concierto de música tradicional mallorquina, bien recibido por el público, que frente al escenario organizó una ballada popular. Y a las 22 horas, a falta de un dimoni bufó, la presidenta de la Federació d’Associacions de Veïns de Palma, Maribel Alcázar, ofreció el revindicativo pregón de este año, en el que invitó a la ciudadanía a disfrutar de la fiesta. Pasaron pocos minutos hasta que, a las 22.45 horas, llegó el momento más esperado de la noche, el gran correfoc de Sant Joan, en el que participaron casi 200 dimonis de las colles de Enfocats, Realment Cremats, Kinfumfa, Maleïts Encabritats, Trabucats, Es Cau des Boc Negre e Incubus.

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Miles de personas, muchas concentradas en la balustrada superior del parque, disfrutaron de un espectáculo que se extendió durante más de una hora y cuarto, y en el que se quemaron más de 125 kilos de pólvora. En esta ocasión los dimonis surgieron desde tres zonas diferentes, generando tres pequeños correfocs que se juntaron en el centro de la zona. Siguiendo con los contrastes propios de la noche, algunos iban perfectamente equipados con gafas protectoras, sudaderas y vaqueros, mientras otros se atrevían a saltar bajo las chispas en cubiertos con una toalla, calzando chanclas, en tirantes o incluso sin camiseta.

Cada vez son más los niños que le pierden el miedo a los dimonis y, en compañía de sus padres, bailan como uno más. Como es habitual las temibles bèsties de foc del Drac i els Guardians de Sant Jordi, l’Òliba de la Real y es Drac de na Coca fueron muy celebradas. Expulsando llamaradas de sus fauces, obligaban a que los presentes formaran grandes círculos. Acabado el correfoc, con el ambiente cargado por el característico olor del azufre y la pólvora, la banda manacorina O-Erra clausuró la revetla con sus grandes éxitos y con algunos de los temas de su nuevo disco Focs Artificials.