Las formaciones calcáreas de su interior están bien conservadas pero son frágiles. | MIQUEL ÀNGEL PERELLÓ

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La Cova de ses Llàgrimes, una cavidad de acceso marino ubicada en la costa de Alcúdia y de gran valor natural y científico, se ha convertido en un atractivo turístico. Varias empresas de turismo deportivo y de aventura en Mallorca comercializan la visita a esta «cueva secreta» - como la llaman en sus anuncios- con precios que van de los 60 a los 150 euros por persona. Ahora sus descubridores, o como mínimo los primeros que documentaron su existencia tras hallar la entrada a la cueva - un sifón submarino por el que se debe bucear una distancia de unos dos metros - alertan de los riesgos que entraña su masificación.

Descubrimiento insólito

La voz de alarma ha surgido de Pep Florit, quien en 1999 descubrió por casualidad esta maravilla de la naturaleza durante una salida para bucear con alumnos junto con los también instructores de buceo Alexander Milligam, Llorenç Florit y Adrian White. Tras aquel descubrimiento inédito contactaron con expertos en espeleología en Mallorca para explorar la cueva, cartografiarla y bautizar sus distintas salas, una labor que realizaron en 2003 con los espeleólogos y espeleobuceadores Xisco Gràcia, Bernat Clamor, Peter Watkinson, Miquel Alexandre Dot y Robert Landreth. Cada detalle de su hallazgo fue publicado en un dossier en la revista especializada Endins (núm. 25, 2003).

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«Registramos el descubrimiento de la cueva ante notario y me dijeron que me corresponde un 20 por ciento de los beneficios que pudiera generar; nunca he querido nada, pero para que se forren empresas privadas de turistas reclamaré mi parte y se la daré a una ONG», apunta Pep Florit, uno de los descubridores de la cueva, que bautizaron como Cova de ses Llàgrimes inspirados por «la impresionante cantidad de estalactitas de las salas, de las que caían gotas de agua, como lágrimas». Expertos en Derecho consultados discrepan de que se pueda aplicar beneficio alguno en las zonas de dominio público marítimo terrestre.

Cova de ses Llàgrimes en Mallorca

Xisco Gràcia, uno de los espeleólogos que mejor conoce las cuevas subterráneas y submarinas de Mallorca, advierte de que «la regulación del acceso a las cuevas no protegidas es un debate pendiente, pero hay dos riesgos: uno para la conservación de las formaciones geológicas, que se pueden romper si las personas que entran allí no son respetuosas, y la otra, vigilar el estado del mar, porque puede poner en riesgo a los que estén en la primera sala», que bautizaron como sa Capoladora.

La Direcció General de Medi Natural del Govern confirma que no existe ninguna normativa sobre el acceso del público a las cuevas no protegidas. Tan solo requieren una autorización las cuevas situadas en la Serra de Tramuntana y otras 30 cavidades naturales catalogadas como ZEC (Zona de Especial Conservación) por estar en espacios de relevancia ambiental, que se otorga generalmente a expediciones de interés científico, no recreativas. La Cova de ses Llàgrimes, sin embargo, está situada entre las bahías de Alcúdia y Pollença, ambas protegidas por la normativa ambiental como LIC, por lo que sería posible regular su acceso. El debate está servido

Punto de vista
Assumpta Bassa

Llegar hasta el fondo...

Assumpta Bassa

Hay que agradecer enormemente a sus descubridores el regalo que nos hicieron con esta maravilla de la naturaleza que podemos observar a través de estas imágenes. Que el patrimonio de todos pretenda ser explotado por empresas privadas para beneficio particular es cuestionable. Es más que urgente la necesidad de regular el acceso a estas cuevas por su fragilidad. El Govern debe tomar cartas en el asunto antes de que se toque fondo.

El apunte

Cinco espeleólogos topografiaron la cueva y destacaron su buena conservación

En 2003, Xesc Gràcia, Peter Watkinson, Bernat Clamor, Miquel Alexandre Dot y Robert Landreth (en la foto) realizaron la topografía de la cueva, bautizada Cova de ses Llàgrimes por sus abundantes estalactitas de las que caían gotas. En 2000 hicieron la primera incursión junto a sus descubridores, Llorenç Florit, Moisés Bonnín, Juan J. Lavergne, Alexander Milligam y Pep Florit. Los científicos hicieron 6 incursiones más. La cavidad tiene un recorrido de 400 metros, con entrada submarina. Además de la galería de acceso, tiene dos salas grandes adosadas, la Sala dels Somnis y la sala Barroca, con prolongaciones «separadas por imponentes macizos estalagmíticos». Hay un lago anquihalino, el Llac Blau, de 30 m de longitud por 8 de profundidad máxima. Es un espacio muy valioso «por sus impresionantes formaciones cristalinas epiacuáticas», el buen estado de conservación de las formaciones calcáreas y los indicadores de antiguos niveles del mar.