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En una pequeña fábrica de Manacor se guardan los secretos, las herramientas y los misterios de un oficio que continúa vivo pese a las adversidades del libre mercado y la competencia de nuevas industrias y fibras. Se trata de el último taller de Balears especializado en la fabricación artesanal de cuerdas para barcos de pesca.

Hace treinta y tres años que Joan Llodrà, el jefe de Cordelerías Montserrat, dedica su tiempo a «la fábrica que mi suegro fundó hará unos setenta años». De hecho las manos de los cordeleros de este pequeño taller siguen siendo fundamentales para detectar la tensión justa de los cordones trenzados que forman las cuerdas.

«Aunque aquí han cambiado pocas cosas, ahora sólo fabricamos por encargo». Y es que a medida que se reduce la flota pesquera de Balears, baja el ritmo de trabajo en la fábrica. «Cuando empecé a trabajar aquí, el Cala Rajada faenaban catorce barcos y ahora sólo quedan dos», asegura Joan. Aun así de la fábrica, además de las sintéticas, todavía salen cuerdas de esparto, pita o ráfia.

Unas cuerdas que todavía utilizan los pescadores que son fieles a los cordeleros de marina que ayudaron a levantar las velas de los navegantes de otros tiempos.