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«No dejaré pasar a nadie que se quiera llevar a Bat y a Erik». Así de contundente se mostró Manuel Pérez Arenas, el fontanero que en su finca del Camí de Can Boqueta tiene varias jaulas en las que viven un tigre de Bengala (Bat) y un puma (Erik), tras conocer que una vez abierto el expediente iniciado por el Ajuntament d'Inca le pueden retirar las fieras, además de ser sancionado con una multa que puede llegar a los 2'5 millones.

«Esta es mi afición, y me cuesta mucho dinero. Otras personas se emborrachan o se van con mujeres», continúa Manuel. Su esposa, Ana García, comenta que además del tigre de Bengala y el puma también tienen un criadero homologado de bullmastif y un bandog que convive en la jaula del tigre: «Si no hubiera sido por la muerte del pequeño de Can Picafort no se hubiera armado tanto lío. De pronto, a todo el mundo le ha entrado el pánico a los animales».

Pero las afirmaciones que hacen los propietarios referentes a la tenencia de los permisos no concuerdan con las realizadas desde el Ajuntament d'Inca y la Conselleria d'Agricultura. Tanto Ana como Manuel aseguran que «hace quince días presentamos la documentación necesaria a la Conselleria para que declarasen la finca como núcleo zoológico».