TW
0

Este jueves comenzó la Fira d’Estocs pero pocos comercios se sumaron a la iniciativa de salir a la calle para vender sus productos del fin de temporada. Lo que antes era una actividad que sumaba a un centenar de comerciantes del centro de Palma, este año apenas ha conseguido reunir a una docena para que saquen sus mesas a la calle y así atraer clientela.

En la calle Sindicat apenas había tres comercios y en los Geranios se manejaban cifras similares. «Parece que hoy [por ayer] se ha apuntado otro comercio, a ver si se anima la cosa», dice Toni Fuster, presidente de Pimeco, entidad que ha organizado este evento para dinamizar el pequeño comercio. «Hemos pasado de casualidad y hemos visto que estaban muy bien de precio», explica Fina Martínez, que ha venido desde el barrio de El Vivero hasta Sindicat.

Una superviviente en toda la marea de cierre, la tienda Katrin, lucía maletas en la calle para atraer a la clientela: «¿Quién queda aquí? Los mallorquines han cerrado todos. Como la mercería de aquí al lado», se lamenta la comerciante Margarita Coll. A pocos metros, la antigua zapatería La Elegancia estaba remozándose para convertirse en una tienda especializada en corcho ecológico.

En los Geranios, la librería Insula Literaria había sacado su mesa con libros. «Ya lo hago muchos sábados», cuenta Adrià Garcias, que a sus 28 años es el comerciante más joven de esta zona.
La librera Glòria Forteza Rey, de Embat Llibres, también luce el cartel de Fira d’Estocs y libros al sol: «El comercio esta molt fotut. También es verdad que no hay propuesta de recambio generacional y las tiendas grandes se van a los polígonos». Forteza Rey se muestra contundente y cree que no hay excusa para no venir al centro. «Ahora tenemos el autobús gratuito pero mientras tanto, en el centro nos inflamos a acoger a las franquicias de fuera», se lamenta.

A pocos metros, el joyero Valentín García luce el cartel de ‘Liquidación por jubilación’. «He puesto rebajas en joyas al 50 por ciento porque quiero irme ya. Los jóvenes no compran joyas, no tienen dinero. Prefieren hacerse tatuajes, comprarse un móvil de 1.000 euros o irse de viaje».
Magdalena Creus regenta una mercería en los Geranios y también ostenta el cartel de ‘Liquidación por jubilación’: «Es triste que la máxima aspiración del comerciante sea la jubilación. Hoy, tener un comercio abierto es de artistas».