El presidente del Consell de la Joventut de les Illes Balears, Pau Emili Muñoz, y la presidenta del Consejo de la Juventud de España, Andrea Henry, este jueves durante la presentación del Observatorio de Emancipación de 2022. | Europa Press

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Los jóvenes de Baleares tuvieron que dedicar el 108,1 por ciento de su salario para el alquiler de vivienda durante el segundo semestre de 2022, según el informe del Observatorio de Emancipación de las Islas, un dato que está provocado por la insularidad, el modelo económico ligado al turismo y los sueldos precarios.

La edición estadística se ha presentado este jueves en rueda de prensa de la mano del presidente del Consell de la Joventut de Baleares, Pau Emili Muñoz, quien ha calificado esta situación como un escenario «complicado» que afecta a la salud mental y a la planificación de futuro de los jóvenes.

El estudio apunta que los jóvenes dedicaron el 108,1 por ciento de su salario al alquiler cuando, de media, cobran 1.080 euros al mes. Además, tendrían que dedicar 6,4 sueldos anuales para acceder a una hipoteca, «por lo que se ven obligados a optar por el alquiler». En este sentido, la hipoteca supuso un 99,8 por ciento del salario de los jóvenes, lo que, en palabras de Muñoz, «deja un 0,2 por ciento para vivir».

En general, los jóvenes emancipados en el archipiélago a finales de 2022 eran el 18,6 por ciento y, en comparación con la media nacional, la cifra «ha mejorado un poco». No obstante, Muñoz ha remarcado que «el 15,6 por ciento nacional está a la mitad de la media europea». A su vez, ha hecho hincapié en que «el precio en la compraventa de los inmuebles sube un 6 por ciento cada año, así que, si no hay medidas, este dato empeorará».

Por tanto, según el informe, Baleares se ha convertido en una de las Comunidades Autónomas «más inaccesibles» para una persona joven, ya que la emancipación se ha retrasado hasta la franja de los 30 y 34 años, que representa un 60,4 por ciento del total.

Asimismo, la cantidad de jóvenes que «sí trabajan y sí estudian» era del 28,1 por ciento; en cambio, el colectivo «ni estudia, ni trabaja» fue del 8,8 por ciento, una cifra por encima de la media nacional.