Una enfermera vacuna contra la gripe a un paciente. | Gemma Andreu

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Los médicos y enfermeros de algunos centros de salud ya se han visto en la tesitura de tener que dejar de lado su consulta para atender un incremento de las urgencias. Se trata de otra de las prácticas habituales que se dan en el ámbito sanitario y que deja al descubierto el incremento de pacientes con patología respiratoria en un contexto de falta de profesionales.

Así lo denuncia la delegada sindical de UGT, María José Cordero quien explica que los profesionales «tienen asignados un cupo de pacientes que piden cita a diario pero con la avalancha de personas que van a urgencias con gripe, COVID o gastroenteritis no dan a basto y tienen que desvestir a un santo para vestir otro». La práctica no es nueva, denuncia Cordero, «es habitual en estas fechas y cada vez que se saturan los servicios».

Según Cordero, los sanitarios se redistribuyen a los pacientes citados y quedan liberados para atender los picos de casos. Esto ha sucedido en esta epidemia de gripe, por ejemplo, en el centro de salud de s’Escorxador.

Habitualmente es el coordinador quien da las instrucciones y los auxiliares administrativos, «que ya tienen mucho trabajo» quienes las ejecutan. La medida se acostumbra a tomar cuando hay muchas bajas entre los profesionales sanitarios o cuando se enfrentan a un gran pico de demanda. «Y no sólo pasa en los centros de salud, también lo hacen los hospitales o la sanidad privada de todas las autonomías, el problema es que hemos dado por bueno lo que debería ser una excepcionalidad», declara la delegada sindical.

Como una posible medida para enfretar este problema, Maria José Cordero propone lo que se conoce como «pulls o volantes», se trata de una figura destinada a pasar de un servicio o un centro de salud a otro, en función de la demanda.

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Por otra parte, esta sanitaria lamenta la falta de previsión que se vive año tras año tanto con la epidemia de la gripe como con la saturación estival. En estas fechas, además, se está notando también el contagio de los profesionales sanitarios que hace que las plantillas empiecen también a estar tocadas, algo que confirman desde el Sindicato de Enfermería SATSE.

«Vamos con el personal justo y cuando hay un pico hay demasiado para reorganizar, es de lo que más se quejan los profesionales», añade Cordero. El problema es que el escenario se repite y los ánimos ya están cansados. Apenas se ha aprendido nada de la pandemia de COVID y la sensación ahora es que sólo queda aguantar el impacto de lo que queda por venir.

Y todavía queda, según la actualización de Epidemiología que recoge los datos de la semana pasada, la de fin de Año, las tasas d incidencia del conjunto de infecciones respiratorias agudas era de 271,9 casos por 100.000 habitantes.

En concreto, la incidencia de la gripe se sitúa en 60,8 (todavía está por crecer exponencialmente pues en años anteriores ha superado los 150); la tasa de COVID asciende a 22,2 por 100.000 habitantes y la del Virus Respiratorio Sincitial (VRS) está en los 26,5, siendo de 132,5 la específica en bebés menores de un año.

El presidente del Sindicato Médico de Balears, Miguel Lázaro, advertía por su parte en declaraciones a Europa Press que la situación «va a empeorar». Esta semana de hecho la situación ya se ha tensionado en el Hospital de Manacor que «ha estado al límite» con, por ejemplo, dos bajas de profesionales por COVID en el Servicio de Medicina Interna que no han sido sustituidos». Y ésta parece ser, añadió, «es la tónica habitual también en el resto de hospitales, servicios de urgencias de Atención Primaria y en urgencias ambulatorias donde los que quedan se reparten el trabajo en base a la sobrecarga».