La proliferación de palomas en las zonas urbanas se ha convertido en un problema de salud pública.

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«Baleares en estos momentos tiene dos plagas: los gatos y las palomas y no podemos asumir los costes que suponen para los municipios». El alcalde de Maria de la Salut y presidente de la Federació d’Entitats de les Illes Balears (FELIB), Jaume Ferriol, denuncia una problemática que ha ido en aumento en los últimos años y que ya representa «un problema de salud pública». La nueva Ley de Bienestar Animal ha sembrado nuevas dudas sobre la gestión de las aves urbanas y los alcaldes y alcaldesas temen ser multados si optan por los sacrificios para controlar la creciente población.

La Ley 7/2023 de Protección de los derechos y el bienestar de los animales define como fauna urbana «todo animal vertebrado que pertenece a una especie sinantrópica y que, sin tener propietario o responsable conocido, vive compartiendo territorio con las personas, en los núcleos urbanos de ciudades y pueblos». Los gatos, pero también las palomas, entran dentro de esa definición.

En su artículo 22.5 la norma dicta que «las entidades locales antepondrán el control poblacional no letal de la fauna urbana en sus planes de actuación en materia de protección animal garantizando los derechos de los animales». De ahí que buena parte de los alcaldes y alcaldesas de Mallorca tengan miedo a sacrificar palomos a pesar de los problemas sanitarios que ocasionan en sus municipios. Tienen miedo a posibles multas.

Jaume Ferriol, presidente de la FELIB, ultima la convocatoria de una reunión extraordinaria en la que participarán responsables de los Consells Insulars y de la la Dirección General de Agricultura para solventar las dudas generadas y aclarar cómo se debe aplicar la nueva regulación. «Por lo que me han dicho al parecer las palomas se pueden seguir matando con un permiso especial igual que se hace con las cabras, pero muchos alcaldes no lo saben y no se atreven a sacrificarlas», relata Ferriol.

Las casas deshabitadas y en ruinas se han convertido en el paraíso de las palomas en las zonas urbanas y en una pesadilla para los vecinos de los alrededores por la presencia de excrementos, principalmente. «Es un problema que cada vez va a peor. Ya teníamos problemas de suciedad con los perros y ahora con los gatos y las palomas y nos cuesta más de 50.000 euros al año», explica el alcalde de Santa Margalida, Joan Monjo. Detalla que «los problemas de las palomas surgen en las casas semiabandonadas». Esta semana el Ajuntament con una orden de ejecución ha contratado la la retirada de doscientos palomos. «Se los llevan a Natura Parc», dice Monjo.

En Alcúdia la teniente de alcalde Carme García se ha reunido recientemente con los propietarios de una casa semiderruida invadida por palomos que ha traído de cabeza durante años a los vecinos. «Me he reunido con el dueño que me dice que llevaba cuatro años a la espera de la licencia para reformar la vivienda. Parece que tiene buena disposición y me dice que pronto empezará la obra así que esperamos acabar con el foco aunque también tenemos otro en la zona de la muralla», relata.