Imagen de algunos de los radioaficionados. | Pilar Pellicer

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En una época en la que los teléfonos móviles e Internet, con las redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea como referencias, copan las comunicaciones, un medio con más de un siglo de rodaje y que ofrece una fiabilidad extrema en condiciones adversas o cuando se cae la red resiste y reivindica su espacio también en Baleares. Las islas reúnen a unos 1.200 radioaficionados en sus diferentes puntos. Algunos se hacen ver por las espectaculares antenas que presiden sus hogares y otros son más discretos y gestionan emisoras móviles o portátiles.

Marconi es también el padre de la radioafición, definida oficialmente como «un servicio de radiocomunicación que tiene por objeto la instrucción individual, la intercomunicación y los estudios técnicos, efectuados por personas debidamente autorizadas que se interesan por la radiotecnia con carácter exclusivamente personal y sin fines de lucro». En esos términos se expresa la Unión de Radioaficionados Españoles (URE), que en el archipiélago reúne a unos 200 asociados, de los 114 pertenecen a su agrupación principal, la Unión de Radioaficionados de Palma, con sede en Son Tous. En España, se cuenta con unos 8.500 socios, alcanzando más de 30.000 usuarios identificados.

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Miguel García, presidente de la Unión de Radioaficionados de Palma. Foto: Pilar Pellicer

Una red de repetidores en diferentes rincones estratégicos de Mallorca (Cura, Sant Salvador, Puig de Sant Martí...), Menorca (Monte Toro) e Ibiza les sirve de apoyo, siendo ellos a su vez un refuerzo de lujo cuando acaecen catástrofes naturales de gran calado dada la agilidad y efectividad de la radio como medio de comunicación, como fue en la trágica riada de Sant Llorenç. Incluso los satélites lanzados por la URE les ayudan a ampliar su radio de acción, al igual que otros medios como el Morse, que mantienen operativo.

«La radioafición se amolda a la tecnología, pero nosotros tenemos la ventaja de que con una batería podemos funcionar aunque se caigan la red telefónica o la eléctrica», advierte Miguel García, secretario y tesorero de la sección de la URE en Baleares y presidente de la Unión de Radioaficionados de Palma, la principal de las islas, con extensiones en Inca, Llevant, Menorca e Ibiza.

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Detalle de la emisora de Son Tous. Foto: Pilar Pellicer

Además, la Unión de Radioaficionados de Palma realiza una labor de gestión y preservación del patrominio material, acogiendo un pequeño Museo de la Radio en el local cedido por el Govern en Son Tous y que reúne una extensa colección de aparatos emisores y transmisores de radio de diferentes épocas de todo el siglo XX.

«Colaboramos con Protección Civil, Cruz Roja y la Delegación del Gobierno en casos extremos como red de radio de emergencia, o en otras labores como el mantenimiento de los puntos geodésicos», añade. Bajo el indicativo E, acompañado de las letras A, B o C y dentro de la zona 6 (Baleares), los radioaficionados de Baleares han alcanzado comunicaciones con lugares extremos y alejados por miles de kilómetros de España, contactos que quedan plasmados por tarjetas de comunicación que se intercambian y sirven para verificar ese nexo establecido a través de las ondas.

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García envía una transmisión con un manipulador de Morse. Foto: Pilar Pellicer

Muchas de ellas, de países como Rusia o Japón, aunque incluso se han establecido comunicaciones tremendamente singulares con puntos inhóspitos del globo terráqueo como Tristán de Acuña -el punto habitado más alejado de otro del planeta- o la enigmática isla de Bouvet, en el Atlántico sur, el lugar no habitado más remoto del mundo-, además de islas del Pacífico.

«Contactar por radio te permite interactuar con gente de otros países y culturas, aprender idiomas, ampliar tus conocimientos técnicos...», asegura Miguel García, quien apunta la vertiente de competición de la radioafición, basándose en la localización de señales tras montar sus propios equipos. Algo que se intenta expandir, especialmente, entre los más jóvenes, ofreciendo estos conocimientos en la Formación Profesional, enseñándoles a montar y usar las emisoras. Las nuevas tecnologías han alejado a las nuevas generaciones de este medio de comunicación, aunque existe una base sobre la que trabajar, que se quiere ampliar entrando en los centros educativos. La plataforma 'Youngsters on the Air' intenta captar y unir a estos jóvenes radioaficionados, aunque «cuesta el cambio generacional», añade García.

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Sede de la Unión de Radioaficionados de Palma, con su espectacular antena. Foto: P. Pellicer

Para ser radioaficionado legal, es necesario poseer un título que expide el Ministerio y la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones del Gobierno de España, superando una prueba técnica y teórica que valide esa condición para poder disfrutar de una manera clásica y efectiva de comunicarse desde cualquier lugar, momento y condiciones.