Esteban, este martes en el Parc de sa Feixina, en Palma, antes de la entrevista. | Jaume Morey

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La Fundació Marilles cumple cinco años de existencia con el objetivo de convertir Baleares en un ejemplo mundial de conservación del mar. Aniol Esteban (Barcelona, 1975) es su director.

- ¿Qué balance hace de estos cinco años?
- Muy positivo en cuanto a nuestra actividad como fundación, pero la sociedad balear no ha acabado de asumir un compromiso claro con la conservación del mar.

- ¿En qué lo nota?
- En estos cinco años hemos obtenido más de 4 millones de euros en donaciones para invertirlos en proyectos de conservación marina. De estos 4 millones, sólo 300.000 proceden de recursos nacionales. El resto, más del 90 %, es de origen extranjero. Las donaciones nacionales no llegan ni al 10 %. Estamos muy agradecidos a estos donantes extranjeros, pero no hay garantía de su continuidad. En cualquier caso, maximizamos el retorno de cada euro invertido en la mejora del Mar Balear. Y, pese al mayor protagonismo de las donaciones extranjeras, estamos satisfechos de lo conseguido hasta ahora y siempre nos hemos sentido bien recibidos y acompañados.

- De todos modos, ha habido una clara evolución de la fundación.
- Sí, hemos pasado de un presupuesto propio de 300.000 euros a más de un millón, de tener un solo donante -la Adessium Foundation- a tener más de diez y, hablando claro, de estar yo solo a contar con un equipo de una decena de personas.

- Recientemente han presentado el Pacte Blau Balear.
- Sí. Es una oportunidad para que empresas y ciudadanos de cualquier sector, relacionado con el mar o no, expresen su voluntad de mejorar el Mar Balear, más allá de que quieran adquirir un compromiso financiero. Nuestra hoja de ruta es relativamente básica: ampliar y mejorar las áreas marinas protegidas, llegando a un 10 % del Mar Balear como santuario marino; pesca sostenible; limpieza de las aguas, y protección de hábitats y especies. Casi un centenar de empresas y entidades se han adherido, y me satisface que exista una gran diversidad en todos estos apoyos.

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- Parece que promueve todas estas iniciativas porque el Mar Balear sigue siendo poco considerado, a pesar de la riqueza que genera.
- El mar debe ser un eje central de la política balear en los próximos años. El futuro Govern no puede obviarlo. Por ello, el Pacte Blau Balear es una buena oportunidad para posicionarse públicamente en defensa de nuestro mar. En principio, los partidos políticos han dado su bienvenida a la iniciativa. Ahora veremos cómo se comportan a la hora de la verdad.

- ¿Y si no están a la altura?
- En la Fundació Marilles hemos sido dialogantes y constructivos durante estos cinco años porque creemos en el consenso, pero si no vemos un mayor compromiso, tal vez tengamos que cambiar de estrategia.

- Suena un poco a amenaza.
- No, nosotros no amenazamos a nadie, pero sí observamos una asimetría entre los beneficios que aporta el medio marino y costero, con un papel protagonista de la posidonia, y la inversión en su conservación.

- El decreto de posidonia está ahí y ha tenido sus efectos.
- Sí, pero no podemos limitar la conservación del mar a la iniciativa del Govern. Apostamos por un compromiso social y eso implica al sector privado. La conservación del mar debe ser una política de Estado, más allá de la acción de los gobiernos, sean del color que sean.

- El 1 de julio se hace efectiva la transferencia de las competencias de Costas.
- Es una muy buena noticia si esas competencias se ejercen con responsabilidad. Si no es así, se pueden convertir en un arma de doble filo. Habrá que tomar decisiones incómodas estando mucho más cerca de la gente.

- ¿Alguna petición concreta a los partidos políticos de cara a las elecciones de este próximo domingo?
- Hablan de turismo de calidad, pero siguen celebrando los récords de cantidad. Primera incoherencia. En las ferias turísticas aparecen imágenes de nuestros maravillosos paisajes marinos y costeros, cuando en realidad se les presta muy poca atención. Segunda incoherencia. Tal vez ahora no tanto, pero en los próximos años no tener en cuenta el mar tendrá un coste electoral. Cada vez más, los ciudadanos premiarán o penalizarán la conservación marina. Es lógico, porque de esa conservación depende nuestra economía.