Alberto (nombre ficticio) durante la entrevista. | Jaume Morey

TW
11

«A partir de ese año, mi vida cambió». Ese año al que se refiere Alberto (nombre ficticio) es el 2020, cuando puso una demanda contra una compañera de trabajo por acoso laboral. Él es auxiliar de enfermería y desde 2003 trabaja de forma continuada en la residencia de La Bonanova. «Nunca había tenido ningún problema», relata. Su último contrato de trabajo comenzó el 19 de julio de 2019 y finalizó en febrero de 2021. Su pesadilla empezaría al poco tiempo en el nuevo módulo donde le habían designado para ese año y medio. «Durante ese tiempo he sentido indiferencia por su parte, me ha hablado mal, como si fuese una mierda Se creía superior al resto y amenazaba». Alberto no sabe cuánto ha llorado en todo ese tiempo. Dice que su compañera le controlaba el trabajo. «En un altercado por una botella de orina, me decía cosas como que no sabía dónde iban las cosas».

La primera demanda la interpuso a través el Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS) en diciembre de 2020 después de pedir un cambio de módulo, que se lo negaron, tras hablar con su jefa de coordinación para contar lo ocurrido sin éxito y después de acudir a su centro de salud por ansiedad desde varios meses atrás. En enero de 2021, el IMAS resolvió la demanda en su contra, con lo que archivó la denuncia «por insuficiencia de indicios» porque, según pone el informe, «los hechos denunciados no constituyen un acoso laboral». A pesar de ello, su abogado Miguel López ha tramitado de nuevo la demanda por vía judicial.

Noticias relacionadas

Alberto ha necesitado acudir a especialista de la salud mental por ataques de ansiedad y depresión, además de que tuvo que darse de baja laboral por no aguantar la presión que sufría, porque cuenta que «llegó un punto en el llegaba al trabajo y me encerraba por miedo. Solo lloraba y lloraba». Estuvo unos meses hasta que, antes de finalizar el contrato en febrero de 2021, volvió. Sin embargo, desde abril de ese año acude regularmente a la Unidad de Salud Mental de Palma. Le diagnosticaron síndrome ansioso depresivo.

Irregularidades

Desde que acabara el contrato, Alberto asegura haber visto ciertas irregularidades en el IMAS. Uno de los casos es la posición en la que se encuentra en el bolsín de trabajo. «Cuando en 2021 ofrecían vacantes para cubrir ciertas plazas, tenían que darlas según el orden de lista y sé que a mí no me lo dieron por no tener el catalán, y es un requisito que no aparece ya que no es ni retroactivo ni derogativo». En este sentido, está en manos de su abogado y han demandado a la Institución. Alberto también añade otra incongruencia relacionada con un contrato temporal. El pasado 27 de abril le ofrecieron un contrato de dos días en La Bonanova, pero en ese momento ya trabajaba con un contrato en el IB-Salut y a pesar de entregar el documento de servicios prestados «no ha sido suficiente para justificar mi plaza, ya que me pedían que les entregase la finalización de mi actual contrato actual».

«Jamás, en mi vida laboral, que son ya 16 años, he tenido ningún problema de ningún tipo, pero lo que quiero hacer con estas demandas es hacer justicia». Alberto reconoce que los casos de acoso laboral están aumentando, que él mismo lo ha podido padecer y también ha visto casos similares en otros compañeros de trabajo. Sabe que el proceso es largo y asegura que «este sufrimiento no se lo deseo a nadie».