Los voluntarios, mientras introducen el material escolar en las mochilas. | Teresa Ayuga

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Muchas familias no pueden hacer frente a los gastos que conlleva la vuelta al colegio. Al gasto que suponen los libros de texto hay que añadir el material escolar y las mochilas, que suponen una partida importante en la cuesta de septiembre.

Para paliar el impacto de este tipo de gastos en familias con pocos recursos, la Fundació Monti-sion Solidària repartió el pasado martes más de 500 mochilas y 800 lotes escolares a las familias con menos recursos de Mallorca, dentro de su campaña Motxilles Solidàries.

Cristina Conti, vicepresidenta de la Federació de Associacions de Pares i Mares d’Alumnes (FAPA) y coordinadora de la campaña, explicó que es el séptimo año que se hace. El año pasado también fueron 800 los niños y niñas que se beneficiaron del lote escolar.

Conti reconoce que «aunque no les solucionemos el problema al cien por cien, el lote es una ayuda para el inicio de curso». La campaña comienza en junio, cuando los promotores de esta iniciativa se dedican a recoger material escolar a través de algunos centros educativos y mediante asociaciones de padres y madres que estén dentro de la FAPA.

Después también reciben algunas donaciones de particulares. «Luego hacemos recuento y, en función de lo que tengamos hacemos la compra de lo que nos falta con fondos propios de la Fundación para cubrir la demanda de todos los que hay». Varias entidades como Distribuidora Rotger o Caixa Colonya también colaboran con ellos.

Conti matiza que «las familias que han recibido las mochilas ya son beneficiarias del programa Aliments y Solidaritat de la Fundació, por lo que han acreditado una situación de necesidad». Los usuarios del programa vienen de todas partes de Mallorca, sobre todo de los pueblos aledaños a los ejes viarios.

La coordinadora asegura que el lote que se les entrega a estos alumnos varía según la etapa educativa «En Infantil se les dan lápices, ceras, pegamento... Cuando ya pasan a Primaria se añaden artículos como regla, compases, cuadernos, rotuladores, pinturas de colores». Lo único que no reciben todos es la mochila, ya que en muchas ocasiones se puede reutilizar del año anterior.

Para hacer posible que todas las mochilas lleguen a sus destinatarios, una veintena de voluntarios se dedican a montar y repartir los lotes, entre ellos muchos menores. «Siempre intentamos que vengan a hacer voluntariado la gente joven, que vengan a probar. Suelen repetir, es una buena experiencia para ellos».

Los beneficiarios, que vienen de todos los puntos de la Isla, están muy agradecidos. Macarena Elías, dominicana residente en Palma, acudió con su sobrina a por uno de los lotes. Explica que «es el primer año que venimos, y la iniciativa es muy buena, es algo muy humano. Los alquileres están por las nubes y uno ya no sabe como llegar a final de mes. Yo ayudaría si pudiera».