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Interpretar es una acción racional que puede no estar exenta de inspiración; en todo caso una operación de mentalización de la psique. El símbolo interpela una esencia y aquí sólo hacemos ejercicios prosaicos, con intención de crear un puente entre el símbolo y nuestro consciente, de darle un sentido. El símbolo en sí no necesita nuestro trabajo; nos conecta directamente, seamos o no conscientes de ello. ¿Quiénes crearon los símbolos? Nadie sabrá decir ni el nombre ni la época en la que vivió uno de ellos. Los símbolos son de siempre. De alguna manera podemos decir que «nos fueron dados».

La Tau es uno de ellos, además un clásico que ha ido siendo asimilado por diferentes culturas y especialmente exaltado en occidente por diversos grupos cristianos. Con anterioridad el pueblo hebreo, como otras culturas de nuestros ancestros, y dada la importancia que le daban al lenguaje escrito, habían elaborado toda una teología o una interpretación simbólica de cada una de las letras del alfabeto. La Tau, última letra del alfabeto hebreo, representa el resumen y por tanto cumplimiento de la Palabra de Dios. La Tau marcada simbólicamente en la frente se proponía (Ezequiel, 9:4) como un «sello» para que el pueblo de Dios fuera reconocido como tal.

Quienes llevaban este sello hasta el final de sus vidas eran gente humilde que confiaba en Dios sin parar a cuestionarse los avatares de sus vidas. Actuaban con sencillez y capacidad de sacrificio, sin luchas por entender o destacar. Ultima letra: fe en Dios hasta el final. Como amuleto fue usada en la Edad Media, de acuerdo con la filosofía inicial del símbolo, por las comunidades religiosas de Antonio el Ermitaño, dedicadas en parte al cuidado de leprosos, para resguardarse de la piel. San Francisco estuvo muy familiarizado con estas comunidades, y probablemente trabajó con ellas en el área donde vivía.

Los franciscanos pensaban que con su hábito, extendiendo los brazos en cruz, su imagen era la de la Tau, ya que estaban llamados a «caminar como crucificados», siendo modelos de compasión. En el budismo la compasión representa el deseo humano de acabar con el sufrimiento de nuestros semejantes. La Tau representa la Cruz, en todo su sentido y matizada hacia la idea de cumplimiento y aceptación, en actitud de humildad y de servicio a los más débiles o necesitados. La victoria sobre el mal a través de la humildad y servicio como actitud de conversión y testimonio permanente. Desde siempre despierta y refuerza en nosotros la confianza de que hay algo que hacer en lo pequeño.