El párroco de Establiments, Guillem Feliu, ayer, durante la misa.

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Guillem Feliu, párroco de Establiments y profesor de Religión del colegio Sant Pere del Rafal, celebró ayer la misa de cada domingo, a la que asistieron los fieles habituales. Durante el corto sermón, el joven párroco, al comentar que los donativos del día irían a parar a Manos Unidas, hizo alusión al mundo violento en que vivimos, aunque en ningún momento se refirió a la agresión que había sufrido días atrás por parte de dos alumnos.

Tras la misa, que duró apenas veinticinco minutos, a pie del altar estuvo recibiendo ánimos por parte de algunos de los vecinos, que, al mismo tiempo, habían acudido a interesarse por él. Por debajo de la lente izquierda de sus gafas descubrimos un moratón, aunque imaginamos que, más que dolor físico, lo que le duele al párroco es el alma.

Con anterioridad a la misa estuvimos hablando con algunos de los vecinos de Establiments y todos coincidieron en que el cura es un buen hombre «y que, a pesar del poco tiempo que lleva aquí, unos ocho meses "dijo Carmen de la Cruz, desde detrás de la barra del bar", ha hecho muchas cosas. Los jóvenes, por ejemplo, ya no están en la calle, como antes». Otra vecina, dolida por lo que le habían hecho, manifestó: «Es un buen hombre, creo que su venida a Establiments ha sido algo así como si nos hubiera tocado la lotería».

Ni que decir tiene que nadie se explica que siendo, como es, «abierto, simpático, educado, y muy dialogante», le hayan agredido del modo como lo han hecho.

Guillem Feliu hace un gesto de resignación, tratando de pasar hoja, a la vez que nos invita a que entremos en el local, sito en los bajos de la casa parroquial, que ha destinado a los jóvenes. Dice que del gran salón ha cambiado las imágenes de los santos por fotos más de acuerdo con los tiempos actuales. Hay también un futbolín, una mesa de ping pong, un televisor y un ordenador conectado a Internet. «Todo esto es para ellos. Creo "añade" que, aparte de lograr que dejen la calle para que se vengan aquí, he conseguido que en la plaza no se fumen porros y que la droga haya desaparecido».

"¿Qué va a hacer ahora?
"Lo tengo decidido. Dejaré de dar clases en los colegios y me dedicaré por entero a hacer comprender desde aquí a los jóvenes que la violencia no es camino para ir a ninguna parte.