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A simple vista, ofrece la impresión de ser un personaje frágil que "al igual que el junco con el viento" puede doblarse fácilmente con los duros golpes que la vida otorga. Pero es al ahondar en su conversación, cuando observas la enorme similitud que tenía con la mujer mallorquina de antaño que luchó para seguir adelante. Hace cuatro años que enviudó y que, junto a su máquina de tejer centenaria, se prometió resurgir del claroscuro de la soledad y navegar hacia un próspero futuro.

En una entrevista que reproduce hoy íntegramente nuestra edición de papel, Catalina Crespí afirmó: 'Hace cuatro años que mi esposo murió. Al enviudar, quedé sumida en un pozo. No sabía ni arreglar las máquinas, pero un mecánico de Sóller me enseñó, haciendo gala de la humanidad que poseen «els sollerics», al reparar las averías de los artilugios.'