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El obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, presentó ayer las conclusiones del sínodo, cuyo proceso concluirá el próximo 21 de mayo, y en el que han participado más de cuatro mil personas durante los tres años que ha durado su preparación y en el año de su celebración.

Monseñor Úbeda hizo referencia a la remodelación del organigrama interno de la diócesis, surgida del sínodo, que responde a la necesidad de adaptar la Iglesia de Mallorca a las nuevas características de la sociedad y cuyo objetivo de lograr una distribución racional de funciones y responsabilidades, una mayor intervención de otras personas y colectivos en el gobierno de la Iglesia en Mallorca y una atención continuada las circunstancias del momento.

En cuanto a la reorganización diocesana, el obispo explicó que se ha creado una vicevicaría encargada del área general y una vicaría de Asuntos Económicos, que antes asumía el vicario general, y que se ha constituido un consejo sinodal de gestión pastoral, un consejo de laicos y un consejo de vida consagrada, que representan «la incorporación de nuevas personas y colectivos a las decisiones de la diócesis». Recordó, asimismo, que se ha reducido el número de encargados de las diferentes zonas de Mallorca de cuatro a dos, que son los vicarios episcopales para Palma y la Part Forana, y el número de arciprestazgos, que pasan de 21 a entre 9 y 11 (pendientes aún de una delimitación definitiva).