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Han pasado dos años desde que Bulgaria, Portugal y Formentera fueron premiadas en la VII edición del festival Mundial de Danzas Folclóricas. Ayer, y en el mismo escenario de la Plaça Major, las delegaciones de más de treinta países desfilaron la riqueza de una cultura mantenida de generación en generación.

Ocurrió en el desfile inaugural de la VIII edición de un festival que ayer recorrió es Born, Constitució, Plaça de Cort y la calle Colom, hasta llegar a la Plaça Major, donde tuvo lugar el acto de bienvenida oficial y donde hubo menciones y recuerdos especiales al «alma mater» del festival, Bartomeu Enseñat, fallecido el año pasado.

La Plaça Major se llenó de bailarines, músicos y cantantes, que se han desplazado a Mallorca desde los cinco continentes para ofrecer un variado espectáculo de color y de costumbres. Se trata, en definitiva, de disfrutar de un encuentro entre las diferentes y algunas veces remotas culturas a través de la música y de la danza.

El festival comenzó con una actuación especial: sobre el escenario instalado en la Plaça Major actuó la Escola de Música y Dansa de Mallorca, fundada por Bartomeu Enseñat, a la que siguieron las actuaciones de Chile, Argentina, Albania, Italia, Bulgaria y Camerún, esta última estrenándose en el festival.

Carlos Ripoll, alcalde accidental, dio la bienvenida a los participantes, se dirigió a ellos en mallorquín, castellano e inglés y recordó la figura y obra de Enseñat, dedicatoria que también hizo suya Segismundo Morey, gerente del Instituto Balear de Turismo (entidad organizadora junto al Ajuntament de Palma de este encuentro internacional).