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NAMIR SOBHI-BAGDAD
Un atentado suicida perpetrado ayer en Bagdad ha terminado con la vida de 23 niños que se encontraban alrededor de un grupo de soldados estadounidenses, en el peor atentado contra menores durante la posguerra en Irak. El ataque causó 32 muertos, entre ellos los 23 menores, y más de 30 heridos.

La razón de que hubiera tantos niños, según las fuentes, es que los soldados norteamericanos distribuían, en ese momento, dulces y cuadernos con pasatiempos para los niños iraquíes, lo que atrajo a numerosos menores, de vacaciones en estas fechas. El mando militar estadounidense confirmó, en un comunicado, que un soldado norteamericano murió en el ataque y que otros tres resultaron heridos por la explosión.

«Es un crimen sin precedentes. El hospital ha recibido 32 cadáveres, de ellos 23 cuerpos de niños, así como 31 heridos, incluidos 21 niños», dijo el doctor Ghanem Yawad, del hospital bagdadí Al Kindi, en el que ingresaron la mayor parte de las víctimas. El ataque ocurrió poco después de las 11.00 hora local y tuvo como blanco una patrulla militar y un puesto de control norteamericano establecido en una carretera del barrio «Al Fadar», en la zona de Nueva Bagdad, en el este de la capital, informaron fuentes policiales.

Si los datos facilitados por las fuentes hospitalarias son ciertas, este es el atentado que más menores ha matado y herido durante la posguerra en Irak, que comenzó el 1 de mayo de 2003. Pocas horas después, un oficial de policía y un niño murieron y otras tres personas resultaron heridas en un ataque y la explosión de una bomba, en dos barrios de la capital iraquí, informaron a EFE fuentes del ministerio iraquí de Interior.

Indicaron que el uniformado y su escolta, que resultó herido, fueron atacados por rebeldes con armas ligeras, cuando las dos víctimas viajaban en un coche en la avenida Eshrin del barrio Al Bayaa, en el oeste de Bagdad. Mientras que el niño perdió la vida, y un hombre y una mujer resultaron heridos en el estallido de un artefacto explosivo registrado en una calle del arrabal Al Qahira, en el noreste de la capital. Según las fuentes el blanco de la bomba era una patrulla militar estadounidense y no los civiles.