Nueva jornada de coches bomba en Bagdad, con numerosos muertos y heridos.

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EFE-IRAK
Más de un millar de soldados estadounidenses, secundados por unidades iraquíes, se han desplegado en los frondosos alrededores del río Tigris a su paso por la provincia rebelde de Al-Anbar, corazón de la insurgencia en Irak. Su objetivo principal, desmantelar los focos rebeldes y los arsenales de armas al parecer ocultos en los municipios de Hit y Hadiza, a unos doscientos kilómetros al oeste de Bagdad. La operación, bautizada como «espada», está liderada por los marines de la Segunda División, reforzados por unidades de la Marina de EEUU.

Esta es la tercera operación bélica de gran envergadura que el Ejército estadounidense lanza contra la insurgencia en la provincia de Al-Anbar desde que el pasado mes de abril el actual Gobierno iraquí asumiera el poder. Pese a las detenciones y el desmantelamiento de arsenales, las operaciones no han servido para frenar la oleada de violencia que desde entonces sacude el país y que ha segado la vida de miles de personas en más de medio millar de atentados, la mayoría con coche bomba.

Algunos de esos ataques, como el que ayer tuvo como blanco un parlamentario chií, han multiplicado el temor a que se desate definitivamente una guerra civil. A primera hora de la mañana, un grupo de desconocidos tiroteó al octogenario Dhari Ali al-Fayadh, a uno de sus hijos y dos de sus guardaespaldas cuando se trasladaban desde su domicilio a la capital iraquí.

El atentado contra el parlamentario chií no fue el único crimen de la jornada, donde también murieron nueve iraquíes víctimas de ataques con coche bomba en Bagdad y Baquba y se anunció la muerte de otros dos soldados de EEUU.