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El jefe de Estado ruso, Vladímir Putin, visitó ayer Chechenia a una semana de los comicios convocados para elegir al sucesor del asesinado presidente pro ruso chechén, Ajmad Kadírov, y pocas horas después de un ataque guerrillero en Grozni.

Desde el balneario de Sochi, en el mar Negro, donde pasa sus vacaciones, Putin se trasladó en secreto a Tsentoróy, el pueblo natal de Kadírov, muerto durante un atentado con bomba en Grozni el 9 de mayo.

En Tsentoróy el jefe del Kremlin fue recibido por el hijo de Ajmad y actual hombre fuerte de Chechenia, Ramzán Kadírov, y el ministro del Interior y candidato oficial en los comicios presidenciales chechenes del próximo domingo, Alú Aljánov.

En el cementerio de Tsentoróy, Putin visitó la tumba de Kadírov, quien en la primera guerra de 1994-96 fue máximo líder islámico de los separatistas e instaba a la «guerra santa contra los infieles», pero que en la actual, que cumple cinco años, se puso del lado del Kremlin.

«Hemos perdido a un hombre muy sincero, valiente y honrado», dijo Putin ante la tumba del antiguo muftí y político que logró convencer al Kremlin de que podría poner orden en su república desgarrada por diez años de guerra.

Aljánov, favorito de los comicios extraordinarios y que cuenta con el apoyo del Kremlin y de los clanes chechenes más poderosos, dio las gracias a Putin por visitar la república «en estos difíciles tiempos» y prometió continuar la causa de Kadírov.

Inmediatamente tras ese acto, Putin volvió a Sochi en compañía de Aljánov y Ramzán Kadírov, sin pasar por Grozni, que anoche sufrió nuevos ataques rebeldes que causaron decenas de muertos, entre militares, policías, rebeldes y civiles.