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La Suprema Corte de Justicia de Israel aceptó ayer miércoles una demanda de 45.000 damnificados palestinos por el «muro de seguridad» y ordenó cambiar su recorrido en un tramo de 40 kilómetros al norte de Jerusalén. El dictamen de los jueces Aharón Barak, Mijael Jésin y Eliahu Mazza es el de que esa «valla de separación», que el Poder Ejecutivo decidió levantar en Cisjordania «para impedir el paso a los terroristas», debe construirse «con un mínimo de perjuicios para la población palestina» en ese territorio ocupado por Israel.

Los cambios deben introducirse en el recorrido de 30 de los 40 kilómetros de ese tramo, que afecta a los campesinos de Beit Furik y otras nueve aldeas agrícolas al norte del barrio-asentamiento de Mevaseret Sión, en la carretera que une Jerusalén y Tel Aviv. Parte de la valla, de la que ya se ha construido un 40%, tendrá que ser destruida como consecuencia del fallo. La obra estaba interrumpida desde marzo pasado por orden del Tribunal a fin de estudiar el caso planteado por los damnificados.

Los jueces indicaron que el trazado del muro debe tener en cuenta lo prescrito en las Convenciones Internacionales de La Haya y de Ginebra. En cambio, reconocieron «la necesidad de defender al Estado y a sus ciudadanos contra el impacto del terrorismo».

«El fallo de hoy (ayer) sienta un importante precedente para otras demandas», dijo el abogado de los habitantes de las aldeas perjudicadas, Mohamed Dahla, quien añadió que «la necesidad de proteger la seguridad de Israel no justifica los perjuicios que ello causa a los palestinos». El tramo en cuestión al norte de Jerusalén, tal como estaba trazado, «habría aislado a 45.000 aldeanos de 5.000 hectáreas de sus tierras de cultivo, su única fuente de ingresos», declaró Dahla.