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EFE-MOSCÚ/MADRID Rusia suavizó ayer su oposición a los planes de Estados Unidos de revisar el tratado bilateral ABM de antimisiles balísticos, y saludó el deseo de Washington de abrir consultas con Moscú sobre problemas de seguridad y celebrar una cumbre bilateral. Por su parte, los países europeos reaccionaron ayer con prudencia a la espera de conocer los detalles del proyecto estadounidense.

La decisión de Bush de no acometer este paso de modo unilateral y su compromiso de establecer consultas fue acogido favorablemente por sus aliados europeos y especialmente por Moscú. El Kremlin era hasta ahora el más reacio a los planes de EE UU ya que suponen el fin del Tratado ABM de 1972, que consideran piedra angular del equilibrio estratégico impuesto tras la Guerra Fría. El ministro de Exteriores, Igor Ivanov, aceptó ayer con impaciencia la oferta de Bush: En el mundo «se abre una etapa de consultas bilaterales y multilaterales sobre el conjunto de problemas de seguridad estratégica», declaró.

El secretario general de la OTAN, George Robertson, se declaró satisfecho por la decisión del jefe de la Casa Blanca de enviar una delegación la próxima semana a Bruselas para informar a la OTAN. «He escuchado con gran interés el discurso de Bush sobre las amenazas emergentes para la seguridad global, incluido el requerimiento de defensas contra misiles (...). El presidente acierta al centrarse en esta amenaza para la seguridad», señaló Robertson.

Francia, una de los aliados europeos más reticentes, dijo que se pronunciará cuando conozca la configuración definitiva del plan y el resultado de las consultas entre los aliados. «Nuestra apreciación, llegado el momento, será en función del resultado de las futuras consultas y de la configuración definitiva del proyecto», declaró un portavoz del Ministerio de Exteriores.