Multisensory experience, el nombre de la exhibición, es el intento de Prieto de que «la pintura sobresalga del marco y te envuelva en un entorno de estudio». Y la idea es que ese mismo estudio esté abierto sin reparos, sin fronteras internas, por lo que «todas las salas estarán abiertas para que la gente pueda sentir la casa del pintor», señala Prieto.
Conexión
No es la primera vez que Prieto abre las puertas de su entorno de trabajo, algo que ya puso en práctica en Roma, algo que fue reseñado en la revista Rolling Stones, y también en su estudio en Can Cavalleria de Palma, pero sí la primera vez que es toda su casa: «Es una manera de conectar más con los que vengan y ver mucho más allá. Para mí es un valor añadido».
Se trata de un edificio pared con pared con la propia Seu que, además de la experiencia multisensorial ya descrita y que incluirá, entre otras cosas, un video mapping de un cuadro de Prieto, también permitirá ver «una carpeta inédita que pinté en mi época de París y Nueva York entre 2007 a 2009 y que expongo por primera vez». Se trata de «dibujos originales inéditos hechos a carboncillo y tinta china a los que tengo mucho cariño» y que son fruto de una revisitación que el pintor está haciendo de sus inicios para un documental que está preparando junto a Carlos Javaloyas sobre sus 20 años.
Sobre el paso del tiempo, Prieto reconoce que le ha picado el gusanillo de la nostalgia, y se sorprende al reconocer en su yo más joven «la valentía del trazo, porque cuando adquieres madurez te entra más la duda y el miedo, pero en mis inicios veo trazo sin miedo y me ha inspirado a mí mismo a pintar de nuevo así porque en 20 años todo y nada ha cambiado». No obstante, «es de sabios volver al origen», indica.
Echando la vista atrás ahora, desde la atalaya de quien lleva 20 años haciendo lo que le gusta, para Prieto «lo bonito de la vida es que te guía» y por ello considera que «ha habido un despertar de conciencia dentro de mí porque he vivido muy dormido», sin embargo, no duda de que «necesitaba a ese Carlos valiente para el de ahora, un pintor que nunca ha estado en zona de confort, que cuando se ha sentido cómodo en una temática ha dado el salto a otra, y que ha pasado de profesor a alumno en el sentido de que aprendo de todo, de los chavales que empiezan. Jamás se deja de aprender», sentencia Prieto quien se autoproclama «aprendiz del óleo».
Y si algo destaca de tantos años a nivel personal, es «la cadena de favores» que se establece entre los propios pintores, algo que experimentó en sus propias carnes gracias a Domingo Zapata, quien intermedió para que Prieto pudiera entregar un cuadro al papa: «Él tenía la oportunidad de ayudar a un artista y lo hizo. Es algo en lo que creo ferviertemente», destaca.
Sobre el momento actual de su arte y lo que viene, Prieto se sacude toda la presión: «Me gusta vivir y estoy con una visión cortoplacista. Tengo proyectos, pero en general considero que para mí es un privilegio poder cumplir 20 años como pintor porque, además, lo soy por accidente».
Por estas razones, entre otras, para el mallorquín el gran objetivo es «dedicarme toda la vida a esto porque sé que he nacido para ello, es mi propósito en la vida». De ahí que no haya un plan b porque paraPrieto este es el único plan: «No doy la opción a que no me vaya bien porque eso implicaría no creer en mi arte». una no posibilidad para quien ha hecho suyo el lema: D’amore si vive.
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La obra de Carlos Prieto captura la atención no solo a través de su vívida paleta de colores y su meticuloso detalle, sino también por las múltiples narrativas que coexisten dentro de un único marco. Voy a tomar como referencia un cuadro que me gusta mucho que hay hombres y mujeres en un bar, en esta pintura particular, hay una convergencia de historias que se entrelazan, creando una tapezzeria compleja y rica que invita a la contemplación prolongada. Lo primero que salta a la vista es la riqueza cromática y la diversidad de personajes, cada uno aparentemente con su propia historia, su propio pasado y sus propios secretos. Hay una sensación de movimiento suspendido, como si el tiempo se hubiera congelado y nos permitiera, como espectadores, explorar cada conversación, cada gesto, cada expresión individual. Técnicamente, el pintor muestra un dominio del uso de la luz y la sombra para dar profundidad y volumen a las figuras, creando una sensación tridimensional a pesar de la naturaleza bidimensional del lienzo. El equilibrio entre el realismo de las figuras y el casi surrealismo de sus disposiciones y accesorios, da lugar a una obra que se balancea entre lo histórico y lo contemporáneo, lo real y lo fantástico. En el nivel compositivo, la obra está equilibrada a pesar de la cantidad de elementos, con una armonía que dirige la vista de izquierda a derecha, sugiriendo una lectura lineal de las historias. Sin embargo, cada figura mantiene su individualidad y se destaca por sí misma, lo que permite que la pieza se disfrute tanto en su totalidad como en el estudio detallado de cada componente. La pintura de Carlos Prieto es un homenaje a la narrativa visual, una invitación a detenerse y explorar las múltiples capas de historias que se despliegan ante nuestros ojos. La habilidad del artista para capturar y mantener nuestra atención habla de su destreza técnica y su comprensión profunda de la naturaleza humana