Nadine y Nelly, en una imagen retrospectiva.

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Si hay un gran misterio en el universo son los abuelos. Todos creemos conocerlos y asumimos que nuestra imagen de ellos se corresponde con la realidad. Vivimos así nuestro día a día hasta que, sin previo aviso, algo rompe esa ensoñación: Una anécdota olvidada relatada de pasada o una foto en el fondo de un cajón nos revela, de golpe y porrazo, la vida secreta de los abuelos y nos damos cuenta de que, antes que abuelos, fueron personas con una vida de las que nos llega poco o nada. Eso le pasó a Sylvie Bianchi cuando, de la mano del documentalista Magnus Gertten, exploró el desván de su «querida abuela» Nelly para descubrir una vida de amor y lucha que la convirtió en su «heroína».

Esto relata Nelly & Nadine, documental del cineasta sueco presentado este fin de semana en el festival Out! de cine LGTBIQ+ en CineCiutat y que permite adentrarse en el romance improbable que tuvieron estas dos mujeres tras conocerse en el campo de concentración de Ravensbrück.

Ambas fueron separadas en 1945, cuando Nelly fue transferida al infernal campo de exterminio de Mauthausen, al cual pudo sobrevivir y, al año siguiente, se reunieron de nuevo en Bruselas. Tras ello, como explica la propia Bianchi, «decidieron irse a vivir a Venezuela para vivir su amor en un lugar donde nadie las conociera». De hecho, creían que eran primas y ellas no lo negaban.

Las protagonistas de esta historia, Nadine y Nelly.

Fue tan exitoso el secreto que la propia Bianchi no tenía ni idea. «Yo conocía y quería a mi abuela, pero sabía muy poca cosa de su vida cuando era joven». No obstante, sí había oído algo acerca del internamiento de su abuela en campos de concentración, pero «no tenía ni idea de que era lesbiana», a pesar de que «conocí muy bien a Nadine». Así de discretas eran, a lo que también contribuyó que la madre de Bianchi no aprobara la relación.

La sorpresa saltó cuando el documentalista, Magnus Gertten, preguntó por redes sobre quién conocía a una mujer que aparecía en un vídeo de archivo de la llegada de supervivientes de campos de concentración a Suecia tras ser liberados por la Cruz Roja del país escandinavo. La propia Bianchi reconoció a la «compañera» de su abuela, por lo que entablaron contacto y, finalmente, accedieron a la ingente cantidad de material que poseía en su ático: cartas, fotografías, películas en Super 8, etcétera. Todo amontonado en baúles y viejas cajas que, sin saberlo, escondían una vida y un amor «para el cual el mundo no estaba preparado».

Heroína

«Mi abuela era la mejor del mundo. La adoraba y quería mucho, y esa era la imagen que tenía de ella, pero ahora que sé toda la historia es como si tuviera muchas abuelas. Ella y Nadine fueron dos heroínas del siglo XX y todo lo que hicieron es increíble», reconoce Bianchi.

El filme, sobre el cual tuvo algunas dudas al inicio, le parece ahora «necesario» porque «las cosas todavía tienen que cambiar mucho» y se trata de una «historia universal», ya que todo el mundo tiene en su casa cajas sin abrir en las que puede aguardar «un relato que sea parte de la gran Historia del mundo». La de sus abuelas lo es y también la de «la resistencia a la homofobia» y de su respuesta más pura y necesaria: el amor entre dos personas.