Markos Rounthwaite (primero por la derecha), junto al equipo de 'Sherlock Holmes', con Robert Downey Jr.

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El trabajo de Markos Rounthwaite es de esos que no suelen llevarse premios ni los focos, pero sin el cual muchas películas no serían lo que son. El neozelandés es stunt coordinator, algo que él mismo describe como «diseñar la acción basándote en la historia y los personajes». Se trata de todo un arte que lleva cultivando más de 25 años y que le ha llevado a trabajar con grandes actores como Ryan Gosling, Nicolas Cage o Harrison Ford. Y si todo arrancó en Nueva Zelanda, su historia continúa en nuestra Isla, donde vive desde hace cinco años.

En Mallorca encadena dos trabajos, el cortometraje Ben, de Miki Durán, y la serie Lioness, de Paramount con Nicole Kidman y Morgan Freeman. «Para mí, trabajar en casa es un sueño», explica feliz. De hecho, pretende «poder traer contenido a la Isla o a España». A su vez, habla de Mallorca como «si fuera Nueva Zelanda, pero con todo el sabor y la historia del Mediterráneo».

No obstante, la otra punta del mundo sigue presente y allí arrancó todo. «Los 90 fueron una época muy movida con producciones como Hércules, Xena, la princesa guerrera o El joven Hércules, con un jovencísimo Ryan Gosling con quien iba a hacer surf». En ellas comenzó a formarse y fueron preludio de El Señor de los Anillos, donde también participó. Según detalla, «esto nos dio fama mundial y éramos conocidos como los Kiwis, la gente a la que había que llamar para todos los trabajos físicos».

Ello le abrió las puertas de proyectos internacionales como Casino Royale, de la saga James Bond con Daniel Craig y donde ya actuó como assistant stunt coordinator, al frente de la segunda unidad y responsable de uno de los saltos más espectaculares del cine, el que realiza Sébastien Foucan de una grúa a otra en plena huida. King Kong, El ultimátum de Bourne y Misión: Imposible son solo algunas de las cintas en las que ha participado.

En Green Zone, junto a Matt Damon, se estrenó como stunt coordinator principal, y desde entonces ha compaginado muchos trabajos con varios actores de renombre y directores. Lo más reciente, sin ir más lejos, la secuela de Hellboy, con Brian Taylor como cineasta, amigo personal.

Artistas
Rounthwaite, que considera a los de su gremio «artistas al cien por cien», aboga por mayor reconocimiento, ya que «los saltos han existido en el cine desde el principio y no tenemos ni premios en los Oscar». A su vez, destaca su proyecto en Ghost Rider: Espíritu de venganza, segunda parte de la saga protagonizada por Nicolas Cage, a quien considera un «auténtico profesional». «Es una cinta de «bajo presupuesto en la que teníamos que ser muy creativos y a la que tengo muchísimo cariño», porque, «tras 30 años en la industria, me doy cuenta de que todo depende de estar en proyectos con significado y las relaciones que tienes con tus compañeros, y no tanto de grandes saltos y locuras».

De hecho, el actor da importancia a esas conexiones, y echa la vista atrás para cerrar el círculo: «Todo empezó después de ver Karate Kid siendo un niño. Aluciné y todos los de mi barrio aprendimos artes marciales. Ahora, algunos de esos niños somos stunts coordinators y cuando empecé a trabajar en Universal me dije: lo he conseguido».

A su vez, Rounthwaite explica que nota un cambio en la percepción de su profesión dentro de la industria. Si en los 90 se interesaban más por simplemente buscar grandes saltos y acrobacias que fueran espectaculares, aunque rompieran la coherencia interna de la historia, ahora se trabaja mucho desde el aspecto narrativo: «Si tienes un personaje pequeño que lucha contra uno enorme no es creíble que el primero derribe y deje noqueado al segundo de un solo golpe, así que trabajamos para hacerlo verosímil para el espectador», algo que disfruta enormemente: «»